
Si bien en los primeros minutos el sabalé mostró intenciones de hacer tiempo y de concentrarse más en la defensiva que en la ofensiva, al avanzar las manecillas del reloj, cuando se dio cuenta que el rival no tomaba la decisión de tirarle encima la categoría, se animó a manejar la pelota –tal vez con un exceso de toque intrascendente–, aunque sin la profundidad necesaria para plantar bandera en el lugar donde se define el resultado. Es cierto que si el local acertaba el penal que no tuvo destino de red se terminaba el partido y que el yerro de uno potenció al otro, pero es dable destacar la confianza con que la sangre y luto encaró los minutos posteriores para ir en busca del empate. Y el convencimiento tuvo su premio.
Para el negro es indispensable no descuidar el torneo local con vistas a conservar el buen promedio que tanto le costó conseguir e inclusive pensando en futuras aspiraciones. Esta formación demostró que tiene argumentos para encarar los compromisos que le toque enfrentar sin caer en el estigma de ser considerada como suplente, siempre y cuando la actuación de ayer no haya sido sólo una demostración de entusiasmo pasajero. Habrá que ver también cómo reacciona frente a un adversario menos displicente. Por lo pronto ya está confirmado que el elenco titular volverá a tomar la posta en el próximo encuentro, una dura prueba en momentos en que la prioridad pasa por otro lado. El comienzo no estuvo mal.
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