viernes, mayo 13, 2011

Fantasmas en la azotea

La decisión tomada parece encubrir un oscuro trasfondo. En la instancia definitoria, no sólo habría pesado la certeza de que un hombre de la casa obraría como escudo ante el insulto generalizado en caso de hecatombe total. El excelentísimo señor presidente no sabrá nada de fútbol pero en cuestión de matufias, está comprobado, es mandado a hacer. No cabe duda de que, antes de la unción, todos los escenarios fueron evaluados. A saber. Si le va bien, "ganamos todos". El elegido tocaría el cielo con las manos y el autor intelectual se llevaría todos los aplausos. Si alcanza la media, "zafamos". Podría seguir, como no. Según las circunstancias, cabría evaluar la continuidad; un premio que, de paso, escondería los problemas económicos. ¿Y si le va mal?

No hace falta portar un coeficiente intelectual demasiado elevado para darse cuenta de que la revolución de inferiores es una mentira más de la falsa pertenencia. Tal vez la peor, porque descaradamente juega con las esperanzas y ambiciones de un montón de purretes criados bajo el ala de la institución. Si el eterno "ito" no da pié con bola, estaría facilitando su propia despedida, no sólo de la conducción del plantel profesional, sino de la entidad. Un buen blanco para endilgarle el fracaso de los pibes en el paso previo a primera. En los pasillos rojinegros, se murmura que el ahora promovido nunca fue del agrado del director ejecutivo del fútbol neonato-infanto-juvenil, quien vería con mejores ojos a alguien afin a sus manejos, en la división reserva.

Otro frente de tormenta quedó abierto en las últimas horas. Un papelón de proporciones inauditas. Por "decisión" del primer mandatario, hace apenas unas horas, se conoció el despido de un kinesiólogo con una antigüedad importante en el club. Increíblemente, ayer, el parodismo vernáculo informó que fue reincorporado y ascendido. Dicen los que saben que la marcha atrás de la medida se produjo luego de una reunión, llevada a cabo frente a los ojos de media cordial, entre el goleador histórico, la cabeza del cuerpo médico y el cesanteado. ¿Causa común con el amigo? ¿Temor ante la probable aparición de un arrepentido? ¿Muestra de poder del veterano veinte? De todo un poco. Queda claro que el futuro manager ya está haciendo una pasantía rentada.