
No hace falta portar un coeficiente intelectual demasiado elevado para darse cuenta de que la revolución de inferiores es una mentira más de la falsa pertenencia. Tal vez la peor, porque descaradamente juega con las esperanzas y ambiciones de un montón de purretes criados bajo el ala de la institución. Si el eterno "ito" no da pié con bola, estaría facilitando su propia despedida, no sólo de la conducción del plantel profesional, sino de la entidad. Un buen blanco para endilgarle el fracaso de los pibes en el paso previo a primera. En los pasillos rojinegros, se murmura que el ahora promovido nunca fue del agrado del director ejecutivo del fútbol neonato-infanto-juvenil, quien vería con mejores ojos a alguien afin a sus manejos, en la división reserva.
Otro frente de tormenta quedó abierto en las últimas horas. Un papelón de proporciones inauditas. Por "decisión" del primer mandatario, hace apenas unas horas, se conoció el despido de un kinesiólogo con una antigüedad importante en el club. Increíblemente, ayer, el parodismo vernáculo informó que fue reincorporado y ascendido. Dicen los que saben que la marcha atrás de la medida se produjo luego de una reunión, llevada a cabo frente a los ojos de media cordial, entre el goleador histórico, la cabeza del cuerpo médico y el cesanteado. ¿Causa común con el amigo? ¿Temor ante la probable aparición de un arrepentido? ¿Muestra de poder del veterano veinte? De todo un poco. Queda claro que el futuro manager ya está haciendo una pasantía rentada.