lunes, agosto 09, 2010

Luces de alarma

Si, como sostienen algunos, la primera impresión es lo que cuenta, vientos decepcionantes soplarán, nuevamente, por el barrio Centenario. Si, como dicen otros, las apariencias engañan, pues será cuestión de esperar que las piezas encuentren el ajuste perfecto con el correr de las fechas. Lo cierto es que en el primer encuentro, después de casi tres meses de abstinencia, las palabras previas superaron, por varios cuerpos de ventaja, a los hechos. El mejor rival para enfrentar en el inicio del torneo, considerando todas las contras con las que llegaba al debut –enumeradas hasta el cansancio, durante la semana, por el parodismo vernáculo rastrero–, resultó ser una espina atragantada, que dejó al descubierto dudas propias del pasado reciente.

Una defensa titubeante, un medio campo flojo en la marca y tibio en la creación, y una ofensiva solitaria, a media máquina, nada tienen que ver con el producto excelentemente vendido en la fase preliminar. El exquisito embalaje, con pomposo moño incluido, no pudo disimular viejas marcas de fábrica, impuestas por el conductor, características de quien borra con el codo lo que escribe con la mano. No se puede alcanzar la gloria tomando el atajo de la mezquindad; salvo que la tan pregonada confianza en el equipo –base consolidada más incorporaciones de jerarquía– sea sólo un discurso para la tribuna. Amalgamar esos dos engranajes será un desafío. Habrá que ver si los involucrados asumen el compromiso.

Bajar los decibeles de la expectativa, después de tanta cháchara prematura, es difícil. La paciencia de la afición tiene un límite. ¿Explotará este torneo? Tal vez sin darse cuenta, los mismos protagonistas acaban por imponerse un plazo. ¿Hasta cuándo amagar con un título? La verborragia suele ser un arma de doble filo. Entusiasmar a la gente con discursos grandilocuentes, para después tirarle una migajas, es como ir jalando de la cuerda lentamente pero seguro. Está claro que, si dentro de la cancha las cosas no funcionan, la adhesión al técnico penderá de un hilo. No son pocos los que ya ponen en tela de juicio su habilidad a la hora de los bifes. Será cuestión de ajustar antes de que los nervios empiecen a hacer estragos.


APOSTILLAS

Coraza de amianto. Un par, ex amigo, lo incineró públicamente tratándolo de “obsecuente” y “botón”. Asumido como tal, él ni se inmutó. Al descubierto quedó, que lo reclamado no tenía nada que ver con lo declamado. Lo viejo era menos, lo nuevo mucho más. ¿Y la inhibición? ¿Y la cancelación? Otro par, espera una explicación. Todos, eslabones de una misma cadena.

Ciento por ciento. Después de una serie de dimes y diretes, arribó el delantero deseado. Fenómeno, pero un palo verde por un goleador con escasos goles, que además confinará al ostracismo a los pibes que asoman ¿no será demasiado? Según una campana, la oferta era escasa; de acuerdo a la otra, el problema radicaba en la forma. ¿Cómo y con qué se pagará?

Fuera de foco. Los mundialistas volvieron calentitos. Codazos, empujones y grescas sin sentido evidencian algún tipo de frustración. Este torneo, el equipo los necesita serenos y seguros en su posición. Si bien no jugaron con la celeste y blanca, se espera que capitalicen la rica experiencia a favor de la sangre y luto. Los veteranos están obligados a dar el ejemplo.

Asesoramiento gratuito. La falsa pertenencia debería explicar para qué se invierten carradas de guita en la “revolución de inferiores”, manteniendo tanta estructura ociosa, si al final se le va a consultar a un parodista vernáculo sobre la proyección de un juvenil liguista. ¡Ojo al piojo! No sea cosa que, cuando se venda, el consultor reclame la parte que le corresponde.