martes, mayo 31, 2011

Los índices no mienten

Es una moda nacional; pero, construir un relato de la realidad totalmente opuesto a lo que los hechos muestran, tiene sus contraindicaciones, sobre todo en el fútbol, donde la pasión domina el territorio de la ideología. Vender grandezas intangibles debería ser considerado una estafa. Lamentablemente, así como hay traficantes de ilusiones, especialistas en comercializar artificios, siempre hay desprevenidos dispuestos a comprar ficciones sin dudas ni reparos. Está claro que la afición no exigiría nada si no hiciera diez -¡diez!- torneos que le están asegurando la envidia de los grandes y glorias que nunca llegan. "La paciencia tiene un límite", dice el acervo popular que no sabe de la mansedumbre sabalera.

Es cierto lo que afirmó hace unos días el técnico. El torneo no terminó, todavía hay importantes puntos en juego y nadie debería considerarse de vacaciones. Especialmente cuando en la tabla de promedios los ciento cincuenta y ocho porotos están estáticos, mudos, mientras otros equipos, con el correr de los partidos, acrecientan la cosecha y superan la línea rojinegra. El díficil momento que esta viviendo el entrenador de la casa, mientras los cráneos de la institución siguen abocados a otros menesteres, llama a la reflexión. El acompañamiento del parodismo obsecuente -al que le está costando una enormidad defender lo indefendible- no es suficiente. El eterno «ito» está solo. Se metió en el baile y ahora nadie quiere ser su partenaire.

El síndrome de la omnipotencia, en este caso, es clave. Desde el excelentísmo señor presidente -avalado «por afano» en las urnas-, hasta el último pibe que calienta el banco de suplentes, pasando por todo el arco de involucrados, sufren de un ataque de vanidad excesiva, cada uno por diferentes motivos, que podría condenarlos al fuego del infierno por toda la eternidad. Unos a instancias de otros, quizás los menos pecadores. El olor nauseabundo no perdona, se impregna en la piel de todos, sin discriminar responsabilidades. Y el resultado es nefasto. A la falsa pertenencia sólo le falta un ente indicador de la adhesión que en este momento acapara el "proyecto". Dibujar una falacia más, emulando al modelo, no resultaría extraño.


APOSTILLAS

Bajo consumo. Mientras el equipo no deja de derrapar, el primer mandatario anda enloquecido con los últimos detalles del torneo continental. Todavía está en veremos el cambio de luminarias, porque el grueso de los artefactos está retenido en aduana. A pocos días de la rereinauguración, prevista para mayo y pospuesta para junio, todavía no se sabe qué pasará con el fulgor del estadio.

Marche preso. El impresentable vice levantó las banderas de la continuidad y no descansa en la porfía. "El técnico está firme y no importan los resultados", vocifera ante quien quiera oír. Según sostiene, no hay plan b. Con esta decisión la dirigencia se juega la cabeza. Puede que el receso calme las aguas, pero la fiestita está llegando a su fin. ¿La afición se bancará otro fracaso?

Perdón divino. Al término del encuentro, el entrenador pidió disculpas. Nadie está exento del verso estándar, en el que el conductor ya bracea como un veterano en la materia, en este caso, con un toque de sentimentalismo acorde. Si no consigue resultados, ni la ratificación presidencial, ni la manija del parodismo prostituto, ni la compasión de las gradas, van a sostenerlo en el cargo.

Dieta balanceada. Una vez acallados los silbidos que acompañaron la salida de los derrotados, el guardameta coincidió con recientes apreciaciones del ex endiosado. "No hay hambre", dijo públicamente, en referencia a la falta de compromiso con el objetivo. Si en las próximas horas, no desmiente, o aclara que no quiso decir lo que dijo, se ganará un tirón de orejas del referente histórico.