domingo, mayo 17, 2009

Noche negra


De todo cuanto había en juego, el sabalé sólo pudo traerse la marca histórica de su veterano goleador. Un hecho que debió darse en otro marco, con un resultado distinto y formando parte de una celebración más amplia. No pudo ser. Toda la expectativa de la previa, centrada en la posibilidad concreta de acariciar la punta y entrar a una copa, terminó diluyéndose en los mares de una duda que parece no querer ser despejada. ¿Para qué está el negro? En la fecha pasada, el dt gambeteó al parodismo vernáculo por lo que no pudo responder la pregunta del millón. Ahora, luego de la derrota, quizás algo resignado, apuesta a seguir sumando, sin arriesgarse a comprometer a la muchachada en un objetivo superior. ¿Por qué?

Este equipo ya demostró que puede ir por más; si de algo adolece no se trata de nada diferente a lo que le falta a los demás. Irregularidad hay de todos los colores. Sin embargo, este conjunto rojinegro tiene una buena base y quien parece no darse cuenta es el entrenador, que sigue metiendo mano en la formación, entre otras cosas, para no entrar en conflicto con las trayectorias que tanto dice respetar, para no apartarse de lo acordado con la dirigencia respecto de la inclusión –aunque sea transitoria– de los pibes de inferiores y para no perder protagonismo. Sería imperdonable que por cuestiones periféricas la sangre y luto pierda una oportunidad que, a la luz de los acontecimientos, parece tan al alcance de la mano.

Con quince puntos aún en disputa, y a cuatro del puntero, las posibilidades concretas del rojinegro no se han modificado demasiado. En un mundo donde no impera la lógica, la definición está absolutamente abierta. Sería saludable que se recuperara la mística que asomó en algunos encuentros pasados, donde parecía que el equipo había aparecido en toda su dimensión. Algo así como volver a lo que dio resultado. Si bien las limitaciones no han podido superarse, está claro que con lo que ofrece este Colón se puede pelear el campeonato hasta el final porque, aunque no parezca, aunque no lo digan, en eso está. Cuarto en la tabla, cerca de la cima, con tres partidos por jugar de local, al final puede haber festejo.


APOSTILLAS

En penitencia. Se le descontroló el jardín de infantes al impresentable vice. Los imberbes que forman parte de la temible barra brava rojinegra, apañada por la dirigencia, mostraron la hilacha. Todo el estadio fue testigo de los pedidos desesperados por la camiseta del arquero y del goleador histórico, quien se acercó a calmar los ánimos. ¿Y si reparten chupetines durante el viaje para aplacar a la fieritas?

Otro disconforme. Consultado acerca de dónde se siente más cómodo en la cancha, el defensor que vestirá la celeste y blanca quiso, diplomáticamente, esquivar la requisitoria. “Pregúntenle al entrenador”, respondió. Ante la insistencia, se sinceró: “Si se juega con línea de cuatro, de primer central; si se juega con línea de tres, de líbero”. Un tiro por elevación para el gordito simpaticón.

Tres al hilo. Otra expulsión para el veintidós, la tercera en lo que va del campeonato. ¿Qué le pasa a AC? En su mejor momento reconoció haber madurado como jugador y como persona tras su paso por tierras turcas. El hecho de dejar al equipo con uno menos por una reacción descontrolada dista mucho de ser un signo de madurez. Hace falta un correctivo urgente para enderezar descarriados.

Situación blanqueada. Ocupado en darle un corte a la discusión sobre la cantidad de gritos que lleva el goleador histórico, el chupalerche primero hizo sus averiguaciones. Curiosamente, en horas de la tarde, la institución dio a conocer una “resolución” haciendo uso de los mismos argumentos esgrimidos por el vocero oficioso en las mañanas obsecuentes. Ya no quedan dudas. Asesoría rentada.


BONUS TRACK: Verborragia vibrante