viernes, diciembre 13, 2013

El gen egoísta

Terminar el torneo en descenso directo no es la peor noticia, todavía restan diecinueve fechas con posibilidades de revertir la situación. Terminar con una entidad acéfala tampoco, dentro de pocos días una nueva conducción se hará cargo del despiporre generado por la falsa pertenencia. Los principales problemas radican en las deudas acumuladas, la falta de recursos y la enorme y ociosa estructura montada como si de un estado paralelo se tratara. Si los ganadores de las próximas elecciones no recalan con un bagaje cargado de ideas, la realidad le asestará un duro golpe al futuro. Encauzar el descalabro no será sólo cuestión de dinero, ni de inversores, hará falta mucha muñeca para reconfigurar tanta dilapidación sin resultados. El verbo negociar pondrá a prueba la capacidad de conjugación de los electos.

Desenterrar la inmundicia escondida con vileza y sigilo por la dirigencia en fuga será otra tarea impostergable de quienes asuman el próximo mandato. No deberán interponer excusa alguna si no quieren ser un eslabón más de la red de encubrimiento de la impúdica corruptela que dejó al club en estado terminal. No deberá importar cuánta podredumbre quede expuesta, ni cuánto afecte directamente a la arrogancia incentivada durante siete años de aparente opulencia. Ocultar, de la manera que fuese, una mínima porción de la farsa que explotó la necesidad de figuración de tantos años postergados, marcaría el inicio de otro ciclo fraudulento anclado en la repetición de errores. Que la afición sepa en qué medida se dejó enredar en la telaraña del engaño, formará parte del aprendizaje.

Los comicios determinarán en qué proporción la masa societaria habilitada para sufragar capitalizó la experiencia reciente. De todas maneras, ya existen indicios de que desde la misma historia se habilitará el equívoco como para no perder la costumbre. De ahí a tropezar con la misma piedra, un paso. Ciertas inclinaciones explican el por qué de los constantes fracasos. Despedazar con fiereza modelos caídos en desgracia y después defender y aceptar maniobras propias de lo censurado pone en evidencia las contradicciones que le dan aire a las sombras recurrentes. El espejo está a la alcance de la mano. Tomarlo y mirar lo que refleja ayudaría a comprender el empecinamiento en transitar caminos que no llevan a ninguna parte. El error de la víctima es no darse cuenta que es su propio victimario.


APOSTILLAS

Pozo vacante. Corren apuestas para saber dónde está escondido el ex primer mandatario. Mientras los rumores sobre impunidad, según la lista que gane, corren como reguero de pólvora, la afición despunta el vicio de barra brava intimidante por las redes sociales, tejiendo envalentonada amenazas virtuales al renunciado y sus cómplices. Por las dudas, ninguno asoma la nariz.

Bono navideño. Dicen las malas lenguas que el impresentable vice metió "las uñas" en el padrón con inconfesables intenciones. Como a la dirigencia en fuga no le da el tiempo ni el piné para borrar los rastros incriminatorios, está dale que dale con la maquinita multiplicando socios activos con el propósito de embarrar la cancha. Con un par de candidatos, afirman, la inmunidad ya está acordada.

Rojo furioso. La cuenta solidaria resultó un papelón más, acorde con quienes la propiciaron y con los arrastrados que inflaron la iniciativa. Muchos todavía esperan que con la misma rapidez con que se prestaron para las cámaras, aclaren cuánto se juntó y en manos de quién se depositará lo recaudado. Aunque la cifra haya sido irrisoria, los números habría que blanquearlos públicamente.

Guirnalda fosforescente. No llamó la atención el silencio del chupalerche primero, el análisis crítico de la cuestión institucional nunca fue su fuerte; ni la postura del pasquinejo vernáculo que, a través de unas jinetas peleadas con la gramática, tiró un par de líneas caídas de la palmera. Siguiendo la acostumbrada senda de subestimación al lector, la aceitada maquinaria de cobertura mediática de la falsa pertenencia lavó sus manos sin el más mínimo remordimiento.