jueves, agosto 21, 2014

Perdido y errante

De seis puntos, dos. Una cosecha demasiado magra para quienes aspiran a volver a la primera categoría amparándose en un torneo corto que premia a los participantes con diez ascensos. En el segundo compromiso del certamen las cosas no mejoraron tal y como preveía el entrenador. El movimiento de un par de fichas no funcionó y el desenlace resultó ser el mismo que, en la primera fecha, desilusionó a los miles de simpatizantes que respondieron a la hora de acompañar al equipo en el inicio de su tránsito por la divisional menor. Tal vez porque la fórmula no cambia. Sacar ventaja y defenderla a morir no parece la mejor opción para quien se precia de pretencioso cuando de evaluar el futuro se trata.

Y la afición empieza a tirar la bronca. No es bueno empezar con empates, que encima dejan muchas dudas, cuando para alcanzar el objetivo hace falta sumar a partir de un equipo sólido, ambicioso y con identidad definida. Si las aspiraciones chocan contra la mezquindad puesta de manifiesto en los primeros lances, los reclamos dispararán el circuito del disconformismo. La secuencia es conocida. Primero bajarán por las gradas los murmullos, después seguirán los gritos de reprobación aislados hasta transformarse en generales para que los nervios comiencen a hacer su trabajo dentro de la cancha, perjudicando cualquier intento de rectificación en un sentido positivo, incluido el que involucra al cuerpo técnico.

La eliminación de la copa no debe interferir en la consecución del verdadero propósito. El espejismo de meterse por un momento en el terreno de los grandes sólo sirve para que los mediocres de siempre destilen una arrogancia sin fundamento. Aceptar la condición de menesteroso es una de las claves para salir del hueco donde esos mismos ayudaron a hundirlo sin un mínimo de vergüenza. Empezar de abajo, reconociéndose de abajo, es un buen ejercicio para ubicarse en la dimensión correcta, de ahí en adelante poner las energías y el talento en pos de alcanzar la meta. El divague también tiene su precio. La finalidad es una sola y, antes de que empiecen los reproches, los involucrados deben concentrarse sólo en el ascenso.


APOSTILLAS

Figura ausente. Los viajes del presidente al exterior y la incertidumbre acerca de lo que deparará el acogimiento a la ley de salvataje deportivo está poniendo nerviosa a la afición. Eso sin contar el descontento desatado alrededor de la cantidad de incorporaciones sin ton ni son que llegaron para cambiarle la cara a un equipo que se niega a modificar los vicios del torneo anterior. Al principio mucha declamación, al final ¿más de lo mismo?

Justicia ciega. Mientras la investigación del accionar de la banda en fuga sigue empantanada, se confirmó el procesamiento del ex primer mandatario por retención indebida de tributo. Una causa nimia respecto de todas las matufias por las que debería responder. Habrá que ver si, en algún momento, las pesquisas avanzan y se reúnen las pruebas suficientes para que los delincuentes paguen y terminen tras las rejas. Por lo pronto, algo es algo.

Luz amarilla. Los cuestionamientos al entrenador ya comenzaron por lo bajo. El planteo defensivo en un torneo donde los triunfos son los únicos que aseguran lograr el objetivo no es del agrado de los aficionados que soportaron el sistema por el solo hecho de ser el único que podía sostener las esperanzas de quedarse en primera. Ahora la historia es diferente. Además ¿para qué se trajeron tantas caras nuevas?

Preservativo pinchado. Se unió a la red de los ciento cuarenta caracteres para estar en sintonía con quien lo adornaba mensualmente. Cuando el cerebro del latrocinio tiraba novedades desde su cuenta, el servil repetía como periquito sin un atisbo de dignidad. Caído en desgracia el jefe de la pandilla, su pajarito quedó mudo. No se sabe si lo bajaron de un hondazo o lo metieron en una jaula. Lo cierto es que sus seguidores se quedaron huérfanos. Tuit off.

jueves, agosto 14, 2014

Con el pie izquierdo

El debut en la categoría, a la que nunca pensó volver, fue decepcionante. Tanto dentro como fuera de la cancha la preocupación se hizo presente, superando a la emotividad que produjo el regreso del espectáculo y el reencuentro con los colores. Después de noventa minutos sin emociones ni perspectivas alentadoras, la afición tomó contacto con una realidad distinta, totalmente alejada de la sensación que quedó flotando en el aire al finalizar la puja por la permanencia. No será tan fácil, en un nuevo escenario y con nuevos actores, encontrar el camino a la división superior. Las motivaciones no son las mismas. El entusiasmo, tampoco.

Pelear por conservar un estatus, incentiva. Meterse en la puja por ascender, no tanto. Los protagonistas que ponían el alma en cada partido, con el único objetivo de no perder la plaza en la élite del fútbol vernáculo, ya no están. Sólo queda un par de mediocres que en su momento fueron contagiados por la enjundia de los más comprometidos y un puñado de intrascendentes que ya está de vuelta, sin el mínimo sentido de pertenencia, a quienes les da lo mismo cualquier resultado, siempre y cuando no falte cada mes el suculento cheque que les permita mantener su tren de vida. El fuego sagrado atizado por quienes vieron la posibilidad de pegar el salto al demostrar su valía, se apagó. Si hay mecha para volver a encenderlo, será parte del derrotero que le tocará transitar al conductor y sus nuevos discípulos.

Por lo pronto, en el primer examen no cabría una crítica lapidaria. Aunque las condiciones han cambiado drásticamente, ponerle unas cuantas fichas a la capacidad del técnico sería un acto no sólo de justicia sino de gratitud hacia quien supo explotar al máximo el escaso material disponible con el que sacó treinta puntos en su intento por permanecer en el grupo de los selectos. Aunque la parcialidad ponga en tela de juicio el criterio del entrenador para traer tantas incorporaciones, y de dudosos antecedentes en lo que a rendimiento se refiere, el voto de confianza estará vigente por un par de encuentros más. La paciencia de ambas partes se pondrá a prueba cuando los partidos entre semana y los kilómetros por recorrer marquen una tendencia.


APOSTILLAS

Zona de riesgo. La comisión directiva decidió, haciendo uso de la potestad que le otorgó una asamblea, acogerse a la ley de salvataje deportivo, una clara señal de que el estado económico-financiero de la entidad no puede levantarse ni con grúa. Llamó la atención, entonces, la cantidad de reclutados a quienes, sin excusas, habrá que cumplirles mensualmente. La tan mentada austeridad parece brillar por su ausencia. El camino a la perdición comienza siempre en el mismo punto.

Doble discurso. Hace poco fue presentado, y aprobado, el balance que dejó sin cerrar la falsa pertenencia. Los números arrojaron un pasivo de noventa y cinco millones de pesos, comisión investigativa mediante. Ahora resulta que la deuda es de más de ciento cincuenta palitos, menos unos quince que bajaron exiguamente el rojo. A esta dirigencia, le está costando cumplir con lo prometido en campaña. La transparencia es fácil de pregonarla pero difícil de exponerla.

Optimista al mango. No se puede negar que el conductor encaró esta nueva etapa con una visión más que positiva. "Merecimos ganarlo", dijo, soslayando que aun en superioridad de condiciones -casi cuarenta minutos con un hombre más-, el once en cancha no pudo doblegar a un rival flojo y sin ideas. El error estuvo en los últimos quince metros, el mismo dilema que padeció todo el certamen pasado. Imposible esperar resultados diferentes, aplicando la misma fórmula.

Pavada atómica. Es un león vendiendo conceptos burdos y vacíos de contenido. La sandez del "operativo retorno", pergeñada por el chupalerche primero para desviar la atención de la gilada de la responsabilidad que le cupo, bajo el ala del pasquinejo vernáculo, en el latrocinio perpetrado por la banda en fuga, no parece pegar entre la afición que no olvida a los serviles y obsecuentes que dedicaron más de siete años a encubrir delincuentes. Cómplices necesarios, aprendices de avispados.

miércoles, agosto 06, 2014

Como empezando de nuevo

Finalizado el festival de chovinismo que se desata cada cuatro años, tan bien cubierto -tal y como acostumbra, con selfies al por mayor y apuntes intrascendentes- por quien necesitó pelar su propia billetera para que nadie diga que faltó al evento porque su mecenas cayó en desgracia, se pone en marcha la reconstrucción de lo poco que quedó después del devastador paso de la falsa pertenencia y su consecuencia inmediata caratulada como descenso de categoría. Para matizar la prolongada espera, algunos intentan asimilar la desgraciada coyuntura, otros hacen catarsis involucrándose, cual partícipes inocuos, en el compilado de nombres que intentará pegar el salto hacia el retorno inmediato.

Misión difícil de llevar a cabo, considerando la docena de caras nuevas que deberán ensamblarse para darle al equipo una fisonomía decente si las pretensiones de ascender son tan serias como los responsables de tamaño lance sostienen frente a los micrófonos de turno. Un torneo corto puede ser la oportunidad ideal para que un conjunto más o menos sólido se lleve el premio deseado -cinco de once resulta una medida bastante aceptable-, pero también puede ofrecer poco tiempo para que un andamiaje totalmente renovado alcance a interpretar la propuesta del conductor y llevarla a la práctica, sin fisuras, al campo de juego. Aspirar a uno de los lugares de privilegio con un rejuntado sin identidad parece una ficción sin fundamento.

Con movimientos signados por la escasa transparencia, con rumores de enfrentamiento entre dirigentes y con el salvataje deportivo en marcha, el porvenir se muestra reticente a volcar sobre la afición una lluvia de buenos augurios. Sin novedades en la causa que involucra a la banda en fuga, sin mayores aportes de la directiva a la investigación, los hacedores del latrocinio tienen tiempo para darle notas al pasquinejo vernáculo -que como buenos traseros sucios ni siquiera se atrevieron a firmar- y llorar la partida del todo pasa. Es de suponer que con el viaje del don al otro mundo, el único que podía representar un escollo al avance de las pesquisas, unas cuantas verdades saldrán a la luz. Sin revisar el pasado, no hay futuro posible.