lunes, marzo 15, 2010

Soldaditos de plomo

Para contrarrestar el efecto que provocaron sus declaraciones post derrota de la fecha anterior, en la semana avivó la hoguera para cubrir con un humo denso el arrepentimiento por la velada amenaza. Sin embargo, los dichos que pretendieron calmar las aguas resultaron una sarta de contradicciones más cercana al trabalenguas que a la claridad del convencimiento real. El “nunca me iría de Colón para recalar en otro equipo”, sonó como la frase que el manual del vendedor de humo recomienda para espantar fantasmas cual conjuro de hechicero. “Mi contrato vence en diciembre, pero si renuevo en junio me quedo mucho tiempo más”, dijo. No quedó claro cuándo vence el documento al que le reza la dirigencia cada fin de semana.

“No me iría, pero si me voy pasaría un par de meses sin laburar. Me gustaría renovar, pero si no se da, ahí sí podría agarrar otro equipo”, desvarió. No se puede negar, últimamente los equipos que pone en cancha, van en el mismo sentido que sus manifestaciones. Mejor defendamos, no, no, mejor ataquemos, no, no, mejor juguemos al pelotazo, no, no, mejor apostemos a la pelota parada, no, no, mejor con la bocha al piso, no, no, mejor tratemos de acertar un pase. Es como si de tanto verso, las neuronas comenzaran a experimentar una especie de cortocircuito en cadena de consecuencias insospechadas. Si la alquimia dialéctica del entrenador tocó fondo ¿será porque su capacidad se topó con un techo? Tal vez.

Echar un vistazo al pasado reciente puede servir para aclarar algunas cuestiones. Los cambios permanentes, en cierto momento, le redituaron positivamente. Aunque más que una estrategia pensada, siempre pareció el libreto de una mano inexperta apelando al viejo truco del «prueba y error», a la espera de que las piezas se acomoden solas, como alguna vez él mismo señaló. Poner y sacar, sacar y poner, puede transformarse en una táctica interesante cuando el idilio entre las partes está en su apogeo; no obstante, nadie puede impedir que la semilla del desconcierto –y del descontento–, germine a ritmo lento si la maniobra se empecina en subsistir a través del tiempo. En el fútbol, la continuidad siempre fue la clave del éxito.


APOSTILLAS

Ilustración cero. La web oficial dio cuenta de los “regalos” que el entrenador sabalero les prodigó a los pibes residentes en la pensión del predio. “Una mesa de pool, un flipper y una Playstation 3 para su tiempo de recreación”, apuntó el servil encargado de contenidos. Buen gesto, pero ¿nunca un libro? ¿una enciclopedia? ¿un curso de idioma en cd?

Va por vos. Veterano entre los veteranos, el cacique le dio el empate al negro como si fuera el goleador histórico. Caño y adentro, cantó, cuando la noche apuntaba a tormentosa. Llamó la atención la dedicatoria de tan festejada conquista. Dicen las malas lenguas que el pito catalán fue para quien hace rato viene ofreciéndole el gancho donde colgar los botines.

Perdón, perdón. En el fragor del comentario final, el maestro disparó: “Hoy Colón es el equipo más dudoso del campeonato”. Al toque se dio cuenta y rectificó: “Es uno de los equipos más dudosos del campeonato”. No sea cosa que algunos se enojen y empiecen las represalias. Cabina con vista al Salado e insultos de despedida no son recomendables.

La Destacada:

Pa’lo que guste mandar. Hace poco tiempo, al empleado del club, que hace las veces de parodista asoleado, en su afán por demostrar obsecuencia debida, se le escuchó decir. “Ponerse la camiseta de Ben Hur es lo mismo que ponerse la de Colón”, en medio de una nota al coordinador del fútbol infanto-juvenil, quien intentaba resaltar el convenio “de nivel internacional” que une a ambas instituciones. Como la campaña de la entidad “hermana” va de mal en peor, las referencias a la misma quedaron para cuando los vientos sean más favorables. Mejor no hablar de ciertas cosas.