
En un acto de justicia para con la afición que acompaña y la institución que paga sus sueldos con puntualidad criolla, los muchachos hicieron su aporte a los festejos por un nuevo aniversario de la fundación del club. Un triunfo que no sólo permite celebrar con regocijo la especial fecha sino que, sobre todo, sitúa a Colón en una posición más desahogada respecto del resto de los necesitados. Un triunfo que tranquiliza y, a la vez, dispara expectativas de cara a los próximos encuentros; un triunfo que potencia el imaginario colectivo quizás exageradamente. Lo cierto es que los tres puntos contribuyen a escalar posiciones y a alejarse del fondo tan temido, casi casi con el objetivo a punto de ser alcanzado.
Respecto del funcionamiento del team sabalero, bien valdría resaltar la disposición con que encaró el encuentro. Está comprobado que aprovechar los minutos iniciales para salir a comerse al rival es una indiscutible carta de triunfo; sorprender al adversario mientras éste apenas está estudiando la situación, abre el camino para aumentar la diferencia mientras se juega con el desconcierto y la desesperación del otro. Por el lado de los nombres propios, vaya un destaque para Prediger, quien abrió el camino hacia la victoria. Otro para el Pirulo y el Rengo, quienes movieron con inteligencia los hilos del segundo tiempo. Y un último para el Tito, quien, en un rapto de lucidez, le dio al equipo lo que el equipo –y la gente– espera de él.
De todas maneras, todavía falta para el alivio final. Queda enfrentar a un par de escollos directos, a tres candidatos al título y, cerrando, una contienda que, de acuerdo a los resultados que se vayan dando, sellará el destino de ambos. La última palabra no está dicha. El próximo partido debe encararse como otra final, concientes de que el oponente aún mantiene intactas sus chances de sobrevida y no será presa fácil. Por lo pronto, la parcialidad volverá a las rutas siguiendo al sabalé para brindarle apoyo, desandando distancias; haciendo el esfuerzo que los colores merecen, más allá de desdichas y contrariedades. Ciento tres años certifican que la sangre y luto fue, es y será, sinónimo de pasión y sufrimiento por siempre jamás.
APOSTILLAS



