miércoles, octubre 09, 2013

Medio pelo

Lenta pero inexorablemente los mitos van cayendo. La exigencia. Hoy la afición se conforma con tan poco que hasta acepta darle una nueva oportunidad al entrenador que tiempo atrás ajustició en nombre de la autoestima. El paladar negro. Hace una década que soporta la mediocridad sin oponer resistencia, más allá de alguna que otra reprobación tibia y pasajera. La grandeza. Su compromiso se ha reducido a noventa minutos, dos veces al mes. El aliento. Unos cuantos no saben qué aplauden cuando termina un partido. Nada de lo que la pretenciosa historia relata como pilar fundamental de la centenaria asociación sin fines de lucro tiene asidero de unos años a esta parte. Tal vez sea el resultado de una realidad empeñada en cachetear las aspiraciones siempre emergentes, nunca consolidadas. O la penitencia por tratar de aparentar un estatus superior al que en realidad posee.

De la mano de la ineptitud dirigencial, que sin embargo ha demostrado una especial habilidad para llevar de las narices a la voluble masa vacía de firmeza y convicciones, los colores pasaron de eterna promesa a fracaso infalible, en el plano deportivo. Y de unidad de negocios para unos pocos a vergüenza para quienes todavía conservan algo de memoria y dignidad, en lo económico. Apoyada por un sorprendente número de profesionales de responsabilidad laxa y medios lambiscones, siempre bien dispuestos al servilismo por una prebenda, sin los que hubiera sido imposible la sustentabilidad de la incompetente corruptela en la que reposaron todas y cada una de las decisiones auspiciantes de la decadente actualidad. La estrategia puesta en marcha, la única viable dadas las circunstancias, puede tener un final aterrador.

La memoria es el último bastión de la resistencia. No sirve la pantomima de correr de la escena a la figura cuestionada si los que quedan abrevaron en sus mismas aguas. Son su espejo. Por eso la salida sigue las pautas establecidas para situaciones de similar envergadura. ¿Qué indicios hay de que la crónica no transite por los carriles conocidos? Las probabilidades de agravamiento de la crisis son tan palpables como frágil la calidad institucional. Una renovada postura, en apariencia confiada y segura, no cambia la cuestión de fondo, que en un par de fechas puede estallar sin ilesos. En el terreno de la dinámica de lo impensado los milagros no existen. La descomposición avanza haciendo estragos y no se advierte en el corto plazo una luz de esperanza. Aunque muchos se nieguen a verlo, el cadáver está siendo llevado en andas por la mano homicida.


APOSTILLAS

Para el cachetazo. Ultimamente, el excelentísimo señor presidente está de liga. Ni el raid mediático emprendido durante la pasada semana, ni la fantochada de la internación. Ni los gritos desencajados, ni las declaraciones envalentonadas. Nada pudo evitar que el destino siguiera su curso. Otro gran trabajador, con hambre, que dice adiós dejando huérfano al proyecto. Algunos ya empiezan a ver la luz blanca al final del túnel. ¡Que en paz descanse!

Pasantía no rentada. El conductor, que supo hablar maravillas del club, sus dirigentes y sus dirigidos, se tomó el buque con una frase que no pasó desapercibida. "Cobraré hasta el día de hoy y no se cuándo cobraré", dijo en el tedioso y estirado final entre agradecimientos varios. Las malas lenguas, esas que nunca faltan en los momentos de confusión, afirman que todavía no embolsó un peso por su sacrificada labor. ¿Dónde hay un mango?

El silencio es salud. El capitán, y calienta banco, salió apurado, con la cabeza gacha y sin hacer declaraciones. El apoyo incondicional de hace unos días se transformó en un silencio sepulcral del que pocos se animaron a salir. Es dura la tarea de hacerse pasar por líder cuando no da el piné. Cómo se extraña al referente histórico que la pasaba bomba en un palco entretanto la muchachada sufría en campo los avatares de la cruel e impiadosa realidad. ¡No habrá ninguno igual!

A buen entendedor. Mientras el chupalerche primero edita una nota para que el primer mandatario no sea quemado públicamente en la hoguera, el hemisferio pensante de la dupla que anima los mediodías asoleados le tira indirectas para que tenga y guarde. Enardecido, lanzó al aire una confidencia que ciertos miembros de comisión le hicieron fuera de micrófono: "El presidente le hace más caso a los adulones o tomadores de café que a nosotros". ¡Patapúfete!