jueves, junio 14, 2012

De perros y burros

Rescatar un punto de visitante no es un mal resultado. La ecuación varía cuando entre los considerandos pertinentes, el primer lugar lo ocupa el misérrimo nivel que el adversario desplegó en cancha. Claro que para cortar la paridad con un indigente, hace falta no verse reflejado en el mismo espejo. Tal vez el efecto relajante, ese que siempre ataca a los protagonistas cuando no compiten por nada en la recta final de los torneos, haya hecho estragos en ánimos propensos al descanso anticipado; lo extraño es que el entrenador no haya podido evitar el contagio. Los maliciosos que nunca faltan andan aventurando que al técnico le sobrevino un ataque de chucho al momento de pergeñar la formación para enfrentar el compromiso.

Lo cierto es que con tanta gente de marca, un delantero sin gol -que en el último minuto consiguió cortar una racha indigna para quien pretende ser considerado como tal- y otro retirado, se hace difícil llevar adelante un planteo agresivo y con la mira puesta en el arco contrario. Salir de visitante dispuesto a no perder no hace más que darle la razón a quienes, desde el otro lado de la autopista, afirman que el conductor, en ciertas ocasiones, suele caer bajos los efluvios del julepe repentino. Si en el segundo tiempo cambiaron las cosas fue porque el rival cedió terreno y pelota a la espera de un contragolpe que liquidara el trámite. Para festejo de la parcialidad, con el transcurrir de los minutos, lo que llegó fue el empate, merecido por insistencia, no por calidad.

Aunque en el cierre la suma de puntos aparezca remolona por demás, todos los involucrados están satisfechos. Otra vez, un puestito en mitad de tabla, sin nada para festejar pero tampoco para sufrir. Así las cosas, la muchachada se entregará al merecido descanso; la dirigencia seguirá propagando humaredas varias, que la afición inhalará alegremente; el parodismo servil colaborará en lo que sea necesario y el cuerpo técnico -¿junto al virtualmente desaparecido secretario técnico?- se quemará las pestañas tratando de sobrevivir en un medio donde la hipocresía impone las reglas. Con poco presupuesto, pero mucho aire viciado, tendrá que armar la hoja de ruta para la próxima temporada, confiando en no tener que tirar la toalla antes de lo previsto.


APOSTILLAS

Amor descartable. Las relaciones carnales entre el primer mandatario y el goleador histórico están en un punto muerto. Ambos ya sembraron la semilla de la duda en la tierra de la incondicionalidad. El excelentísimo ansía el retorno del agradecimiento al mejor presidente del país, que misteriosamente desapareció del discurso del veterano veinte con la llegada del joven secretario técnico. Hoy un juramento, mañana una traición.

Montón de nada. El cansancio de fin de campeonato no sólo afecta a los jugadores, el técnico también acusa algún tipo de deterioro, especialmente en el aspecto mental. Las declaraciones post partido no dejan lugar a dudas. O alucina o se le acabaron los argumentos para justificar lo que no puede mejorar. Ahora resulta que jugar a nada es "jugar difícil". A esta altura, las ideas cotizan a precio de dólar blue.

Dame una señal. Acostumbrado a prepotear a árbitros y jueces de línea, esta vez el goleador histórico bajó el copete y le pidió al hombre de negro, al borde del pucherito, que fuera considerado con su situación de retiro efectivo. Si las protestas, después de sofocientas posiciones adelantadas, no se pasaron del límite de lo permitido, no fue por falta de ganas sino por obra y gracia de la inercia. La decadencia tiene esas cosas.

Angelitos culones. Al contrario del parodismo buena onda, las huestes del maestro no dejan de tirar pálidas. Que buena parte de la dirigencia piensa que el ciclo del guardameta está cumplido, que el hereje ahora pretende rezar el rosario, que el negocio de la venta del delantero sin gol sería a pérdida, que el cinco de la casa está molesto y no descarta la posibilidad de emigrar. Así no hay corazón que aguante una previa.