sábado, marzo 28, 2009

Parecidos, pero diferentes


Con el sabalé disfrutando de una semana tranquila, gracias a los buenos resultados obtenidos y al obligado receso por las eliminatorias, el foco de atención se trasladó a los medios, aunque sin mucho para destacar debido, justamente, a la tan esperada estabilidad rojinegra. Al parecer, la posición de privilegio alcanzada en este inicio de torneo ha silenciado –¿o tal vez pospuesto?– cualquier noticia poco grata que involucre a la entidad del barrio Centenario. En ese contexto, el único hecho digno de mención fue la mini polémica que, a raíz de una encuesta realizada en programa de tv vernáculo, se desató entre los dos bandos que se disputan la audiencia en la emisora enredada. ¿Quién es el ídolo máximo de Colón?

Las opiniones de los supuestos entendidos apuntaron a la polarización. Las de los oyentes, también. La vieja guardia, de uno y otro lado del receptor, no dudó en señalar a la Chiva como el destinatario de todos los honores, mientras que las nuevas generaciones se inclinaron por el goleador histórico. No sorprende. Las épocas han cambiado, así como también los parámetros para expedir valoraciones. Quienes se sienten partícipes necesarios de esta realidad marcada por el exitismo, el dinero fácil, la viveza criolla exacerbada, el populismo barato y los valores subvertidos, no dudarán a la hora de elegir un referente. No sólo la contemporaneidad liga a determinados exponentes de la decadente cultura consumista.

Por otro lado, resultó grato escuchar algunas voces, testigos privilegiados del juego del primero, que no sólo destacaron sus aptitudes futbolísticas, sino también su humildad, su sencillez, su representatividad, características que elevan su figura a un nivel superior entre sus pares. Los números, si bien no dejan de ser una certeza, pierden fuerza cuando se analiza el hombre y su circunstancia. Para quienes tienen por costumbre ver más allá de lo ordinario, un récord resulta apreciable pero no determinante a la hora de convertir a un simple mortal en símbolo. Perdurar en el recuerdo de la gente en virtud de cualidades personales, además de profesionales, es una gracia para la que algunos no están predestinados.