lunes, agosto 17, 2009

Piratas del asfalto


El abordaje del conflicto que mantiene en vilo al mundo del fútbol, en los medios vernáculos, ha sido de una mediocridad atroz, salvo una única excepción y con limitaciones. Pero quienes se llevaron todas las palmas en el peor de los sentidos imaginables fueron los integrantes del trío más rastrero que existe por estos lares. En las mañanas obsecuentes de la emisora enredada, desde que se desató la crisis, se ha dado cátedra en materia de servilismo consuetudinario sin reparos ni un ápice de pudor, aunque sería dable aclarar que esa persistente costumbre de lamer con adoración sacrosanta calcetines lercheristas tiene una explicación más terrenal que ideológica o idealista.

Estos tres sujetos, que deshonran el oficio y que parecen tan embelezados con el “gobierno” del excelentísimo señor presidente de Colón, no hacen otra cosa que defender sus propios intereses. Toda SF sabe que el chupalerche primero recibe, sin siquiera sonrojarse, abultados sobres de parte de la dirigencia rojinegra, no para hablar bien de la entidad sino para elevar a la máxima potencia la figura del “biondo gnocchi”. El chupalerche segundo, y apéndice del anterior, especialista en ocultar el lado oscuro de la realidad sabalera, tiene a su cargo la página web oficial del club. Y el chupalerche tercero, puesto al descubierto por un par adicto al plagio, es el editor de la revista institucional. Todo dicho.

Personajes como estos, acólitos amorales y funestos del engaño y la mentira, que lamentablemente son figuritas repetidas en los medios, veneran una lógica nefasta. Según el pelele mayor, la pasión por los colores inhabilita cualquier tipo de crítica hacia la gestión. Semejante razonamiento sólo se entiende si surge de un tipo comprado. Para finalizar, un par de anécdotas. El viernes pasado leyeron con avidez un mensaje de texto que los felicitaba por su “independencia periodística”, la carcajada entre ellos mismos afloró cuando remataron con el nombre del firmante: “Germán”. También resultó hilarante, pero para los oyentes, la indignación del pelele menor ante los “comentarios tendenciosos” del parodismo porteño sobre el cisma mafioso-monopólico. ¿Cómo les da la cara para tanto? Pues es un misterio más del insoldable universo copernicano.