
Esta vez, todos los protagonistas entendieron la consigna. Tal vez porque durante la semana se habló mucho de algunas cualidades que hasta momento estaban ausentes sin aviso. Quizás porque el titular de la pyme tomó conciencia de que, en determinadas circunstancias, el juego ofensivo debe guardarse hasta que las condiciones sean más propicias. A lo mejor porque los muchachos sintieron vergüenza de sí mismos y entonces decidieron sacar un poco de amor propio de sus desvencijadas entrañas. Lo importante, el día después, es el cambio.
Cuatro fechas debieron transcurrir para que la afición viera un poco de compromiso de parte de este equipo, que recién en la quinta demostró algo que ni al más limitado le debe faltar. Fue así que se vio una defensa más firme, producto también de un medio campo aguerrido que se impuso a fuerza de pura lucha y convicción. Sin dudas, muy atinada la inclusión del carrilero por izquierda que, tanto hacia atrás como hacia delante, le cambió la cara al sector de la cancha donde el sabalero era más endeble. Falta aplicar cirugía mayor por derecha.
Respecto de la delantera, es de lamentar la falta de un nueve de área –vade retro Tito–; el planteo de anoche lo necesitó y no lo tuvo; un error a la hora de decidir las incorporaciones que se padecerá durante el resto del torneo. Por último, vale destacar el acompañamiento de la gente. Así como el team colonista se decidió a poner ganas dentro del campo de juego, los simpatizantes acusaron recibo y vistieron de rojo y negro el espacio visitante. Ahora, a esperar el próximo encuentro, ocasión donde se deberá revalidar lo hecho. ¿Se podrá?
APOSTILLAS



