viernes, enero 31, 2014

El perpetuo socorro

Los nostálgicos extrañan las permanentes buenas nuevas de la falsa pertenencia. Esas que les permitían, por apenas un rato, sentirse parte de otro mundo. Hoy, el bajón domina la escena; las sorpresas desagradables se suceden como antes las noticias que daban cuenta de un paraíso de cartón pintado y lo peor del caso es que las soluciones se resisten a aparecer. Por el momento, el manejo dirigencial sólo se reduce a reuniones para destrabar, para prometer, para negociar, para ofrecer, pero para darle un corte a las pálidas todavía no mucho. Lo de la millonaria venta no es para contar como un logro, ya que la historia venía encaminada; cerrarla al mejor postor fue una cuestión de básico sentido común. Para medir la dimensión que tomó el asunto basta comparar el espacio que le dedicó el pasquinejo vernáculo con el que hace poco más de un año ocupó la delirante cotización del ex primer mandatario.

Respecto del tema económico, si bien es valorable la predisposición, resulta un enunciado falso afirmar que el plantel está al día. Hay que tener en cuenta que no sólo la deuda anterior quedó atada a un plan de pagos a cumplir, sino que el mes en curso ya debe considerarse como pendiente. Al parecer, existen costumbres muy arraigadas, difíciles de erradicar. Más allá de que la afición esté necesitada de alicientes, habrá que tener presente que las mentiras han hecho demasiado daño; los títulos rimbombantes, ávidos de encontrar aire gracias al parodismo rastrero, deberían pertenecer al pasado. Para diferenciarse de la peor directiva en ciento ocho años de vida no hace falta mucho más que la verdad. Por lo pronto, en estos días los ánimos se levantan con el móvil capta socios y la fiesta armada con música y fútbol, un toque de alegría en la previa del certamen que puede terminar entre lágrimas.

Antes de dar inicio a la presentación del primer equipo que afrontará la etapa más crucial de los últimos tiempos, la comisión programó un acto de desagravio. Muchos cómplices de la profanación estarán presentes. Especialmente quienes desde las páginas de un medio escrito colaboraron con la banda en fuga encubriendo los hechos de una forma tan burda que terminaron siendo el hazmerreír nacional. Habrá que ver con qué cara caminarán por los pasillos del estadio, con qué cara mirarán a los ojos sangre y luto, con qué cara volverán a dar testimonio de los acontecimientos. Hipócritas. Los mismos que jugaron un papel estratégico en el latrocinio que dejó a la institución en estado terminal. Los mismos que después de tanta obsecuencia, la van de víctimas. Los mismos que no se hacen cargo del servilismo que cultivaron con perseverancia monacal. Los mismos mediocres de siempre.