domingo, diciembre 03, 2006

Un regalito anticipado


Quizá hayan pensado: “Se merecen una alegría”. O, tal vez, la idea haya sido demostrar que, aunque escondida en algún oscuro rincón, la dignidad futbolística todavía está intacta, esperando ser rescatada. Lo cierto es que el once rojinegro, anoche, le regaló a su afición una triunfal despedida bajo los reflectores del Brigadier. Algo así como una retribución al incondicional aguante de la gente sabalera, que durante este torneo sufrió como nunca. Resta uno más, tres puntos importantes; como para que el festejo se extienda en el tiempo y anime a los simpatizantes a acompañar de a miles al negro en su último viaje del año, aquí nomás, a un grito de distancia. Sería una sencilla manera de demostrar que se puede salir de las malas si las voces se multiplican en defensa del sentimiento más caro y profundo.

La última actuación de Colón como local puede analizarse desde dos perspectivas, ya que si bien se ganó con contundencia, es imposible ignorar la endeble capacidad del rival de turno. Saludable es reconocer la aparición de las individualidades cuando la estructura colectiva no funciona, pero para recuperar las perspectivas auspiciosas resulta imperioso apuntar a la aparición del juego conjunto y sostenido durante los noventa minutos, único camino hacia la consolidación del equipo dentro de la cancha. Por lo pronto, sigue siendo ésta una cuestión a resolver. Trabajo insalubre para JCF, quien aún continúa buscándole la vuelta a este sabalé indómito, renuente a incorporar el concepto de trabajo disciplinado que el estratega del gesto adusto diseña y rediseña cada día en la soledad de su conciencia.

Como para ir pensando. Se dice que Colón es un equipo defendiendo y otro atacando. Se afirma que Colón es un equipo en el primer tiempo y otro en el segundo. ¿Cómo es el verdadero Colón de Santa Fe? Por lo pronto, en este campeonato la duda seguirá sin dilucidarse. La única certeza son los pocos puntos cosechados; lo único claro es que siempre se esperó más. Más de parte de los jugadores que llegaron, más de los pibes a quienes se les presentó la oportunidad, más de los históricos indiscutibles. En un examen final debería evaluarse la asociación de factores negativos que conspiró contra el club del barrio Centenario, desde lo institucional hasta lo deportivo. Todo ha tenido que ver con todo y los resultados saltan a la vista.

Un triunfo, en la anteúltima fecha, no deja de ser un aliciente. Mérito del DT, viejo lobo del césped, cuyo mayor acierto fue haber sabido cómo enfrentar a un conocido en desgracia. Mérito, también, de los iluminados que dejaron fluir lo mejor de sus aptitudes. Mérito de las almas que acompañaron con fervor cual impecable coro de orquesta; como si el capital estuviera intacto, como si la confianza fuera interminable. El tres a cero a favor trajo consigo tranquilidad, rostros distendidos, discursos positivos y un futuro que podría resultar auspicioso. Los principales protagonistas tendrán la última palabra. Esos que, probablemente, anoche, hayan tenido un plan: llevarse en los oídos el dulce sonido de los aplausos. Para gratificar y gratificarse.


APOSTILLAS

Mediocampista desaparecido en encuentros anteriores, se hizo presente anoche en el Brigadier con todas las luces encendidas. ¡Bienvenido Barrado!

¡Qué osadía! ¿Juan Fernández probando de emboquillada al arco? Quizá no acierta en la marca porque es un delantero frustrado. ¿Será?

El Caio se llevó una ovación. La entrega y las ganas, más los goles, van dejando atrás los malos momentos. Eso sí ¡cambio cantado para la segunda mitad!

Considerando los segundos tiempos del equipo, la estrategia de apretar durante los primeros cuarenta y cinco resulta acertada. ¿Pelusa habrá encontrado la fórmula?