jueves, diciembre 29, 2011

In memoriam

Con el cierre del año, los balances se instalan como tema cotidiano. Repasar lo bueno y lo malo, los resultados obtenidos, lo que quedó pendiente; todo se pone a consideración de la conciencia para, posteriormente, darle paso a la reflexión. También llega el tiempo de homenajear a quienes pasaron a mejor vida durante los últimos doce meses. En el estricto sentido de la pérdida, para la masa colonista, tres cuestiones puntuales marcaron su luto. Un par ya venían sentenciadas por padecer patologías incurables; la tercera, quizá la más entrañable, todavía se llora. La afición se niega a inhumar sus restos y porfía en extender el último adiós en una capilla ardiente por donde no dejan de desfilar acongojados deudos.

La credibilidad del excelentísimo señor presidente -para los pocos que todavía confiaban en ella-, feneció como consecuencia de una larga y penosa enfermedad. Después de tantos discursos vacíos, mentiras y contradicciones, las verdaderas intenciones quedaron expuestas. Ya no hay vuelta atrás, ni siquiera los golpes de efecto pueden resucitar, hoy, lo que muchos consideran muerto y enterrado. La confianza en el equipo es otro difunto que merece ser recordado en momentos de evaluación. En la cancha se vio reflejada la falta de respeto que un desafortunado e involuntario accidente disparó cual dardo envenenado. El escaso compromiso, la poca contracción al trabajo, la permanente afrenta dialéctica, acabó con la paciencia de las gradas.

El tercer finado, el más lamentado. La trágica desaparición del fútbol afectó a propios y extraños. Tal vez las crueles circunstancias que rodearon el luctuoso hecho potenciaron la angustia. Once manos ejecutoras y un autor intelectual fueron demasiado para el sentimiento rojinegro. Lo que inocentemente comenzó como un dolor de ojos, terminó convirtiéndose en un tumor letal que ningún tratamiento consiguió paliar. La aflicción generalizada ni siquiera pudo menguar con la remontada final, a todas luces emparentada con la vieja y conocida mejoría de la muerte. Quiera la figura repuesta que esta noche no haya que lamentar otro deceso. Un estado contable negativo sería el golpe de gracia que ningún socio necesita para completar el duelo.