domingo, mayo 08, 2011

Como hojas en otoño

El día después, la afición aún no consigue determinar qué le dolió más; si el clásico "ole" que el público local le dedicó al once sabalero en medio de una actuación deplorable o la tomada de pelo que, con motivo de un nuevo aniversario fundacional, le propinó el excelentísimo señor presidente al comparar realidades con una entidad porteña posicionada entre la elite del fútbol argentino por méritos institucionales, sociales y deportivos. La primer vapuleada de visitante en lo que va del presente torneo dejó a todos perplejos, no tanto por el resultado -la derrota figuraba en los planes hasta del más optimista- sino por la forma en que se dio la goleada. Con un equipo abatido, sin respuesta anímica y sin idea de juego, en clara pendiente futbolística.

Con un empate, un triunfo y dos derrotas consecutivas, la proyección del entrenador comienza a diluirse junto con su discurso de la mística y la pertenencia. Ni siquiera fue capaz de sostener el envión que provocó en la muchachada el cambio. A esta altura, cuando debería verse la mano del técnico, lo único apreciable es un vacío en la conducción. Y en el caso de que la batuta ya esté en manos de la logia veterana, pues tampoco resultó efectiva la estrategia puesta de manifiesto en campo por la sustitución encubierta del mando. Los males son conocidos -dirigencia inepta, entrenadores inadecuados, plantel mal armado, masa societaria desinteresada, barra comprada-; de semejante conjunción, negativa por donde se la mire, nada bueno puede esperarse.

En el marco de campeonatos devaluados, pero apasionantes, con los grandes flotando en el limbo de la mediocridad, el sabalé no ha sabido aprovechar la coyuntura. Este plantel, que se conoce demasiado, no es, como repite el primer mandatario "uno de los mejores del país", pero tampoco es el peor. Evidentemente no ha encontrado un cráneo idóneo que sepa individualizar sus potencialidades y amalgamarlas en un estilo que lo represente en todo momento y lugar. Por decisión dirigencial, el negro sigue en estado vegetativo, a la espera de un iluminado que se digne a tomar las riendas de este descalabro con la suficiente personalidad como para hacer borrón y cuenta nueva. Difícil que apareza si la prioridad siguen siendo los negociados.


APOSTILLAS

Temporada de caza. En su éter preferido, el más fiel discípulo del don no paró de elogiarse a sí mismo, como es su costumbre. Entre tanto autobombo, se filtró una sentencia elocuente. "No hay forma de que el club pueda financiar los micros de visitante", señaló, tratando de justificar la desidia dirigencial para con el acompañamiento al equipo. Para eso no, para otras cosas sí.

Cartas marcadas. Al técnico se le vino el mundo abajo. Las dos derrotas consecutivas lo obligan a tomar decisiones drásticas para encontrar una rápida salida si es que no quiere ofrendar su cabeza en bandeja de plata. "Puede haber un replanteo táctico y también de nombres", adelantó, una vez consumada la derrota. Por las dudas, antes lo va a consultar con sus jugadores. ¿Mano blanda?

Patas cortas. No hace mucho, el director ejecutivo del fútbol neonato-infanto-juvenil dijo que en inferiores había veintidós pibes "en condiciones de llegar a primera y andar muy bien". Sería bueno que urgentemente le pase la lista al entrenador para que el eterno «ito» pueda encarar el "replanteo" anunciado. Los simpatizantes están ansiosos por comprobar su invalorable trabajo.

Aserrín, aserrán. El discriminador, que no habla con el parodismo vernáculo, se despachó con los medios porteños. "Debe haber un recambio si queremos pelear algo", dijo, haciendo foco en la paja del ojo ajeno. Su posición en la cancha, su escasa participación en el juego, hasta su resignación ante los fallos arbitrales, parecen marcar el camino de un final anunciado. ¿Será?