jueves, marzo 22, 2012

Pescado rabioso

El escándalo tapó todo. Otra actuación desastroza y un empate inmerecido. Con jugadores extraviados dentro de una disposición táctica improvisada, fastidiosos por los continuos yerros e intercambiando insultos en son de impotencia; con un técnico desencajado, un referente negativo abandonando la parada, una hinchada belicosa y una dirigencia en la picota. La insólita igualdad y el posterior revuelo desatado en torno del arbitraje resultaron el bálsamo que calmó la tempestad. Hasta la próxima fecha, las fieras que expresan su enfervorizado descontento desde intrascendentes taburetes virtuales entrarán en un compás de espera, siempre atentas al probable movimiento de piezas que cambie de un plumazo la calamitosa realidad impuesta por la ineptitud de la falsa pertenencia.

Mientras tanto, el entrenador, obligado por los bajos rendimientos y la orfandad de resultados, intentará encontrarle la vuelta al enjambre donde permanece entrampado en estado de desorientación. El panorama no es promisorio, por lo menos en el corto plazo. Heredó un plantel manejado por capangas en franca decadencia, totalmente desequilibrado, sin trabajo de ninguna especie ni compromiso con los colores. Los malos manejos, tarde o temprano, pasan factura. El estilo que desde hace tiempo baja desde la punta de la pirámide consiguió impregnar los diferentes estratos institucionales con un tufillo nauseabundo difícil de disipar. El técnico es capaz, pero necesita tiempo; algo que la afición no parece muy dispuesta a otorgar sin hacer sentir su descontento.

De ahora en más, mucho depende de la colaboración que el grupo esté dispuesto a brindar. Los intereses cruzados, y la forma en que se diriman, marcarán el futuro. El excelentísimo señor presidente está atado a las concesiones que hicieron posible su permanencia; los que antes apoyaron, hoy representan un obstáculo para superar el momento con la menor cantidad de heridos posible. Su eterna gratitud mantiene abiertos varios frentes. Por un lado el impresentable vice, por otro el goleador histórico y su pandilla. Los recién llegados ya se dieron cuenta de la magnitud de ciertos escollos por superar; juntos, dentro de sus limitaciones, tratarán de enderezar el rumbo. Si la cosa se complica, el semestre se cobrará nuevas víctimas.


APOSTILLAS

Lava y centrifuga. Las huestes del maestro pusieron el grito en cielo porque el primer mandatario gambeteó a los medios vernáculos. "Se paseó por todos los micrófonos porteños y cuando nos acercamos nosotros se negó a hablar", lloriquearon envueltas en furia. Si algunos entendieran que en la cordial no hace falta limpiar la imagen, serían más felices.

Carga positiva. Después de la fatídica eliminación de la copa, las palabras del técnico sonaron duras. "No estuvieron a la altura", dijo respecto de sus dirigidos. En esta ocasión, el panorama mejoró. "La actitud fue muy buena", rescató después del obsequio. Para que prenda, el ejemplo debe empezar por casa. Ningún tibio de carácter insistiría con los resistidos.

A seguro se lo llevaron preso. Ya lo había adelantado días atrás, cuando salió a pedir que aflojen con las pintadas. "A mí me quedan dos o tres meses de fútbol", apuntó rapidito y al pasar. Lo confirmó al salir del vestuario, después de autoflagelarse en público. "No me voy a tirar del barco ahora, pero seguramente en junio voy a colgar los botines." Nada y así sea.

Duda despejada. Haciendo gala del discurso reduccionista que lo caracteriza, el guardameta dejó sus impresiones después de la paridad tan meritoriamente lograda. Consultado acerca de las malas actuaciones, aportó su preclaro análisis. "Es una racha de mala suerte", simplificó con tono superado. Confirmado, la plegaria en el minuto cero va para la diosa fortuna.