martes, mayo 18, 2010

Laberinto sin salida

El mejor estadio del país, el mejor predio del país, el mejor técnico del país, el mejor hotel del país, y uno de los peores equipos del torneo. Ese es el Colón de la falsa pertenencia. El que muchos compran. Mientras otros tantos son comprados. Habrá que ver cuanto tiempo más resiste, sin hacerse añicos, la cáscara con que la dirigencia cubrió la nada futbolística que es este sabalé, modelo veinte diez; pues no hay alquimia capaz de evitar, después de tan oprobioso final, el condicionamiento de cara al inicio del próximo camino. Para el cuerpo técnico, un mal comienzo puede ser el colofón de un romance, hoy, atado con alambres. Para la comisión, un mal comienzo puede ser el principio del fin de sus aspiraciones futuras.

Por lo pronto, y en concordancia con el discurso del primer mandatario, este cierre también posicionó a la institución en lo más alto, pero de la vergüenza nacional. Como la vapuleada que le propinó a la sangre y luto el aspirante al título resultó insuficiente para poner en boca de todos el nombre de la entidad; a la noche, el impresentable vice y sus secuaces pagos, coparon la pantalla de un canal de aire porteño con llegada al interior para dejar en claro la estrecha relación que une a esta directiva con la barra brava. Los mismos buenos muchachos que propiciaron la reelección del “biondo gnocchi” gracias a los carnets con cuota al día repartidos y mantenidos por una gestión que pretende perpetuarse ad infinitum.

Con el extenso receso que se avecina, habrá tiempo suficiente para repensar varias cuestiones, siempre y cuando haya disposición para el cambio, algo difícil teniendo en cuenta cómo se han manejado las dos partes que pergeñaron este proyecto de la continuidad. Por el lado de las máximas autoridades, está comprobado que estos arribistas –no colonistas– van en busca de intereses personales, sin el más mínimo escrúpulo, en detrimento del tema que mantiene en vilo a la afición cada temporada. Por el lado del cuerpo técnico, quedó claro que acabó intoxicado por su propio humo, que los errores superaron los aciertos y que hace falta mucho más que inyección anímica para alcanzar objetivos. El tiempo tendrá la última palabra.


APOSTILLAS

Colorado el siete. “Suerte con las incorporaciones”, respondió el excelentísimo señor presidente cuando lo consultaron acerca de qué tuvieron aquéllos que pelearon el título que no tuvo Colón. Para la próxima temporada le pedirá al casino una ruleta prestada, reemplazará los números con treinta y siete nombres y tirará la bolilla. El dt abrirá el juego. ¡No va más!

Papel de calcar. “Somos transparentes”, repite a cuanto micrófono se le acerca el impresentable vice. Semejante nivel de recurrencia en el concepto indica exactamente todo lo contrario. Y nada mejor que un documento emitido por un canal porteño, hacia todo el país, para dejar al descubierto los manejos de este personaje nefasto que la va de cristalino.

Nada de mortadela. “El que venga tiene que saber que vamos a pelear el campeonato”, advirtió el goleador histórico. Otro que no aprende a cerrar la bocota. Todavía no salió de un fracaso y ya pretende levantar las banderas que arrió en este torneo antes de tiempo. Además, exigió, cual clon del entrenador, “refuerzos de jerarquía”. Se espera que tire nombres.


La Destacada:
La fiestita de tus sueños. El dúo más mentado de chuparlerches asoleados disfrutó a más no poder de la presentación del proyecto “mejor hotel del país”. Tanto entusiasmo les hizo perder, por momentos, la compostura. Entre risas cómplices y serviles halagos, estos lacayos de la falsa pertenencia disfrutaron del acontecimiento como si fuera propio. El toque patético llegó a la hora de la entrevista exclusiva con el «biondo gnocchi», quien desplegó todos sus conocimientos y le dio «cátedra de fútbol» al jefe de deportes del pasquinejo vernáculo. Tan anonadado quedó el preguntador oficial que hasta letra le tiraba al sabiondo. En pago por tamaña devoción merecen una suite privada de por vida en el emprendimiento que ya envidian hasta los campeones europeos. “Contexto internacional”… ¡allá vamos!