viernes, noviembre 08, 2013

La mentira continúa

Un halo de incredulidad artificial envolvió las últimas horas de espera. Mientras sus secuaces le cubren las espaldas apelando a la estrategia de la evasiva y la dilación, el autolicenciado no tuvo más remedio que salir del ostracismo para ensayar algunas explicaciones. Los que vieron manchado su buen nombre y honor (¿?), afectados por triquiñuelas de baja estofa, exigieron una satisfacción para no quedar pegados a las fechorías que pergeñaron los facinerosos con el propósito de exprimir la carta blanca. Hasta el momento, ningún enroque dio resultado. En el laberinto del billete intangible nadie quiere entrar sin una mínima garantía, menos si la invitación viene de parte de tahúres conocidos, ahora procesados e investigados por la justicia. Todo puede empeorar.

Entre puertas cerradas, renuncias indeclinables y preguntas sin respuesta, la voz de la mendacidad intenta también pedalear la deuda interna con promesas de pago discrecional, atadas con alambre. La estrategia es dividir al plantel, privilegiando algunas necesidades por sobre otras, desafectando a históricos, borrando a rebeldes. La purretada, rueda de auxilio de la indigencia, no sólo juega por descarte, también resulta la herramienta perfecta para disciplinar a los veteranos y sofocar cualquier conato de alzamiento, ya sea por reclamos económicos o diferencias futbolísticas. Por ahora, con la inverosímil oferta, consiguieron neutralizar la intención de los más afectados, de no concentrar para el encuentro del próximo domingo. Todo puede empeorar.

Párrafo aparte para el despreciable papel que juega el parodismo servil, resistiendo como puede el embate de la realidad, en resguardo de prebendas y beneficios propios. Desde una devaluada sección del pasquinejo vernáculo y contados minutos de aire enviciado, últimos bastiones de la corruptela enquistada en la centenaria entidad, se trata despectivamente a los miles que salieron a defender los colores, se parangonan situaciones económicas para instalar la idea de que la debacle es general, se minimizan los conflictos de vestuario, se desvía el ángulo del análisis camuflando lo importante con temas menores y hasta se soslaya la información que compromete directamente a figuras centrales con posibles delitos. El miedo, a que con la huida de la dirigencia salgan a la luz convenios reñidos con la moral y la ética, no es zonzo. Todo puede empeorar.