sábado, octubre 01, 2011

La excepción a la regla

No todo pasa. Algunas cosas quedan. Tal vez las más impensadas. Ninguno de los protagonistas del último desaguisado imaginó las consecuencias. Tan acostumbrados a engatusar a la masa aplaudidora, no tuvieron en cuenta a quiénes podrían afectar con la picardía. Y ahora, dos potencias han tomado partido en la cuestión para sacarle la careta a los que en nombre de los colores se creen impunes. La iglesia, por razones obvias, y la justicia, convocada por un particular interesado, irrumpieron en la escena. Una consideró el hecho un "agravio", la otra, si avanza, podría determinar la comisión de un "delito". Debido a la magnitud que cobró el tema, no habrá pedido de disculpas que valga, quienes mintieron deberán hacerse cargo.

Por lo pronto, el impulsor de la trastada saltó, de golpe y porrazo, al primer lugar en la lista de estigmatizados. Bajos rendimientos futbolísticos, extrañas y largas dolencias, sospechado de líder negativo y encima ideólogo de una movida que podría generarle graves problemas a la institución. Demasiado para una sola persona, cuyo nombre hoy decora un par de paredes de la cordial. Sus compañeros, cómplices de la apócrifa trama -aunque intenten ensayar el papel de pobres ofendidos-, tampoco la llevan de arriba. La afición los tiene a todos entre ceja y ceja por la mezquindad que muestran dentro del campo de juego. Si el domingo no le dan una alegría, desde los cuatro costados del coliseo juliogermano atronará la ira de los justos.

Pese a que las gradas disienten en la periferia del asunto -imagen sí, imagen no-, el papelón de alcance nacional está fuera de discusión. Todos se sintieron afectados por las repercusiones que ubicaron a la entidad en una posición vergonzosa y coincidieron en el aroma a desmanejo que reina en el club; lamentablemente en ese orden. Así las cosas, los cráneos dirigenciales que permitieron la profanación confiados en el lema de la falsa pertenencia, y que en un primer momento azuzaron la farsa sin un mínimo de pudor, no saben cómo salir del atolladero. La mentira evidente y la tomada de pelo a la jerarquía eclesiástica en particular y a la comunidad en general, dejan lugar a un solo interrogante. ¿Corresponderá la divina o la terrenal?