lunes, septiembre 01, 2014

Remando en la ciénaga

El primer triunfo en el torneo calmó las aguas que empezaban a ponerse turbulentas. El marcador fue contundente, pero el rival ni siquiera pudo jactarse de tal. No es novedad que en la segunda división la localía representa una inmejorable oportunidad para aprovechar, con las gradas a favor y una actitud avasallante en el campo de juego buena parte del trabajo está encaminado. En las actuales circunstancias, el propio terruño tiene la virtud de intimidar si el adversario llega desprevenido, cuestión que no puede dejar de tenerse en cuenta en un certamen corto pero duro, con viajes largos incluidos y muchos candidatos con la misma intención.

De todas maneras no habría que exagerar, todavía falta mucho para llegar a la figura de equipo afianzado y con identidad consolidada. Una victoria, por abultada que sea, no significa el hallazgo de una personalidad específica; cada partido es diferente y cada contrincante presenta distintas dificultades a superar, los próximos lances darán una pauta más certera para sacar conclusiones acerca de lo que podría deparar el corto plazo. Por otra parte, no hay duda del peso de los colores, producto de sus años en primera, entre quienes hace tiempo se consuelan con el mote de aspirante y terminan siendo uno entre otros tantos. Sacar partido de la experiencia es otra veta a tener en cuenta.

El once titular, ese que suele repetirse de memoria, aún no está definido. El conductor, por el momento, sigue transitando el camino de la experimentación en busca de un engranaje que satisfaga sus pretensiones. Ir al frente de local y apostar al empate de visitante parece una estrategia demasiado obvia para quien aspira a volver a la élite tan rápido como sea posible. La fórmula puede fallar y los planes complicarse. Para que nombres y sistema formen un todo que se vea reflejado en resultados positivos hace falta mucho más que lo demostrado hasta ahora. Si entrar en el grupo de los cinco es el objetivo, el técnico deberá imprimirle al equipo un equilibrio que permita sortear todo tipo de obstáculos. No sólo es una cuestión de metros.


APOSTILLAS 

Salvavidas de plomo. La justicia resolvió a favor del pedido de adhesión a la ley de salvataje deportivo. Gracias a sus buenos antecedentes, la comisión directiva seguirá a la cabeza de la entidad, reportando cada movimiento al órgano fiduciario para su estricto control. En cuanto el triunvirato observe algo extraño, chau pichu. Y si no se cumplen los objetivos conforme a la norma, el juez interviniente puede decretar la liquidación de la institución. Ojito.

Clínica de rehabilitación. En consonancia con el nefasto pasado reciente, la incorporación de un otrora habilidoso lesionado sigue la línea de jugar en contra de los intereses institucionales. Todavía no se sabe si se trató de algún tipo de negocio relacionado con la captación de pacientes para el consultorio del presidente o si detrás de la contratación existió un pícaro representante que hizo contacto con un pícaro dirigente. La sangría continúa.

Un buen momento. Una goleada pone optimista a cualquiera, y el entrenador no se apartó de la línea. Soslayando la pobre producción del rival, se subió al carro de la victoria halagando a los pibes, a la gente nueva "que se acopló muy bien" y al sistema basado en la solidez defensiva. Habrá que ver cómo cambia el discurso cuando las cosas no salgan tan redonditas. Sería bueno, también, una explicación coherente respecto de la cantidad de incorporaciones.

Escuela de serviles. El chupalerche primero puede quedarse tranquilo, tiene la sucesión asegurada. Otro que escribe en primera persona, ignorando las máximas del oficio, y que dibuja una extensa sarasa, repleta de lugares comunes, sin aportar nada nuevo, ni interesante. Al parecer, con la aprobación del curso de rastrero, suficiente. Empezando por la jerarquía, siguiendo por la jefatura y terminando por el soldado raso, todos cortados por la misma tijera.