domingo, enero 13, 2008

Best seller de verano


Los días de enero son ideales para reencontrarse con el hábito de la lectura. Aprovechando la tranquilidad que se impone durante el descanso estival, las mentes inquietas intentan abstraerse de la realidad sumergiéndose en las páginas de un buen libro. Los colonistas son la excepción. La vapuleada afición rojinegra no necesita del ritual que consume la vista pero mantiene despabiladas las neuronas. Con prenderse a cualquier emisora deportiva y prestar un tantito de atención, la cuota de ejercicio literario veraniego está cubierta.

A más de una semana de haber comenzado, se demora el final del culebrón colombiano. ¿Por qué será? Mientras el protagonista rompió el silencio y dijo que el club del barrio Centenario "no le pagó al dueño del pase", GL se hace el capanga usando al pasquinejo local de vocero oficial. "No se olviden de que al último capítulo de esta novela lo escribe Colón y lo firmo yo", declaró envalentonado a los máximos obsecuentes. Sin embargo, y a pesar del empeño puesto de manifiesto, el pichón de Migré pasa por alto un pequeño detalle: nadie le cree.

Para colmo de males, hasta algunos "parodistas" fieles a la liturgia presidencial piden a gritos un corte al tema. "¡Qué muestren los papeles!", reclaman, con actitud desafiante, quienes ahora temen no resultar creíbles. Pues bien, llegado a este punto, unos cuantos deberían saber que nunca lo fueron, ni lo serán. La defensa de sus amigotes, la lisonja barata a los recién llegados, la diatriba contra quienes ya no están y otras yerbas son sólo algunos ejemplos de la práctica impúdica que siempre han ejercido sin la más mínima vergüenza. ¡A hacerse cargo!