martes, octubre 12, 2010

Haciendo historia

La falsa pertenencia sigue marcando hitos en lo que va de su brillante gestión. Semejante vergüenza, como la del domingo, quedará escrita con sangre en los anales de la entidad por los siglos de los siglos. Estos dirigentes, este flamante cuerpo técnico –también el anterior– y estos profesionales, cargarán sobre sus hombros la pesada mochila de una goleada histórica. ¿Podrá el sabalé recomponer su imagen frente al líder del torneo en la próxima fecha? Pinta para misión imposible. Las preguntas se suceden. ¿Qué pasó para que los referentes terminaran pidiéndole “piedad” al adversario? ¿Error en el planteo táctico? ¿Deficiente interpretación del libreto? ¿Bajos rendimientos individuales? ¿Pésimo estado físico? Un poco de todo y más.

Por lo pronto, habría que descartar la inocencia. El nivel del oponente nada tenía que ver con el que se dejó en el camino, padeciendo sobremanera en el complemento, el fin de semana pasado. También habría que excluir un exceso de confianza en el plantel. Tan pocos entrenamientos no dan para captar con certeza limitaciones y capacidades. Este entrenador necesita tiempo para conocer en profundidad a sus dirigidos y sacar el mejor provecho en función del conjunto. Sí llama la atención la parte que les corresponde a los protagonistas. Arrancaron como para complicarle la partida al local y terminaron arrastrándose por el campo de juego cual almas en pena. Ni actitud, ni compromiso, ni amor propio, ni nada. Irreconocibles.

El legado del mayorista de humaredas causa impresión. Un plantel mal armado, caído anímicamente, lesionados que demoran en recuperarse, profesionales fuera de estado y, lo preocupante, un futuro dudoso. Lo cierto es que para salir del atolladero, lo primero que se debe hacer es dejar de lado la sanata. Menos excusas y más y mejor trabajo. “Este rival de hoy tiene un laburo de dos años con el mismo entrenador, un recambio de jugadores importante y valores de prestigio y desequilibrantes”, afirmó el dt al término del encuentro. ¿Acaso Colón no tuvo dos años y medio de continuidad? ¿Los suplentes no están a la altura de las circunstancias? ¿Los titulares no son considerados de jerarquía? Entonces, todos los que mintieron, deberían hacerse cargo.


APOSTILLAS

Tirón de orejas. Dicen los que saben que, ni bien hizo contacto con la cruda realidad, el excelentísimo señor presidente mantuvo una álgida conversación con el flamante entrenador. “¡¡¡Esto no puede pasar a dos meses de las elecciones (…) Tu futuro también pende de un hilo!!!” Las duras palabras le sonaron, al vapuleado técnico, como una sentencia con fecha de ejecución. Falta poco para diciembre.

El show del chiste. “No podía quitarle el treinta y cinco por ciento del sueldo a quienes en dos días tenían que jugar un clásico”, dijo el innombrable, intentando justificar lo injustificable. No sólo resulta gracioso, viniendo de quien viene –un tipo que manejó con mano férrea la institución–, sino que, a la luz de los hechos, parece una tomada de pelo a la masa colonista en particular y a la opinión pública en general.

Salto con garrocha. Luego de la bomba, el goleador histórico hizo su descargo. “Me trataron como a un delincuente, pero la gente que me conoce sabe quién soy.” Nunca tan exacto. El pueblo sabalero puede dar fe de que no sólo acostumbra esquivar a la afip, sino también a la aduana. Los plasmas que hace un tiempo se trajo de paraguaytone, camuflados en la cuatro por cuatro, harían las veces de inanimados testigos.

Implosión en puerta. El chupalerche primero no da pie con bola. Confinado a un miserable pupitre, en el sector de prensa del estadio anfitrión, cargó contra la gente local sin darse por enterado que ciertos detalles los digita la entidad sabalera. Incrédulo, ante la explicación que le daban, dijo: “No creo que quiegan engoscarme la víbora a mí”. Para el primer mandatario, algunos personajes andan cotizando en baja.