martes, octubre 09, 2012

Más que amor es un sufrir

La última y resonante victoria, más la posibilidad de ascender a los puestos de vanguardia, llenaron de expectativas la noche. Un rival conocido, al que ya había superado en el torneo paralelo, en terreno propio, sonaba a trámite relativamente sencillo. Rodeada de un marco acorde, a la espera del festejo que limpiara la desazón sufrida en el primer test de carácter internacional, la muchachada salió a dar cátedra de aspirante y quedó pagando en medio de un océano de dudas. Y de nuevo brincaron a la palestra las críticas, los reproches, los cuestionamientos para los quiénes y los por qué. Los que jugaron, los que deberían haber jugado, el cuerpo técnico, la aptitud física, el planteo táctico, la imprecisión, la displicencia, los errores repetidos.

Con una formación retocada, el dedo acusador apuntó al entrenador. Nadie entendió los cambios después de una producción que llenó de satisfactorios titulares los medios nacionales. Y los resultados quedaron tan expuestos como las decisiones. Un arquero que nunca se viste de héroe, un dúo de centrales en baja, un par de marcadores de punta que ataca mejor de lo que defiende, un medio campo inconexo, un habilidoso entre paréntesis y una ofensiva inofensiva. Los relevos del segundo tiempo, también fueron discutidos; esta vez, no por el minuto en que se hicieron, sino por el nulo aporte a la causa. Ante tamaño panorama, no causó sorpresa el gol visitante, que, a pesar del aliento que bajaba desde los tres costados, venía anunciándose desde el inicio del encuentro.

Como en ciclos anteriores, la preocupación va y viene. Signo de la asimetría en la que se encuentra inmersa la realidad del equipo. Consumadas diez fechas, no hay duda de que el técnico supo imprimirle un toque de coherencia al caos que en determinado momento imperó, pero no ha sido suficiente para coronar de regularidad el rendimiento. Así las cosas, parece inalcanzable una recuperación que vuelva a posicionar los anhelos en el torneo local y totalmente improbable el batacazo en la instancia sudamericana. Queda, como en un repiqueteo persistente y agotador, seguir sumando para gambetear zozobras; y con viento a favor, conseguir arañar algún puesto en otra copa. Por lo pronto, caídas las ilusiones, vuelven a sonar los conocidos y nostálgicos acordes de siempre.


APOSTILLAS

Picoteo caliente. Como buen generador de conductas, el primer mandatario le mandó un claro y contundente mensaje a la muchachada a través de tuiter. Mayor "compromiso y entrega" para refrendar la imagen de liderazgo que su figura encarna a nivel nacional. Unas cuantas figuritas que están de paso no pueden arruinar la construcción del relato presidencial. No tienen derecho a dejarlo en orsai. ¿O necesitan una transfusión?

Incompatibilidad de caracteres. Cuando uno va el otro viene, cuando uno viene el otro va. El joven secretario técnico y la incorporación fantasma con cargo indefinido no encuentran puntos de contacto. Más allá de las desmentidas oficiales, los malintencionados que nunca faltan no dejan de poner en duda la continuidad de ambos. A pesar de los elogios públicos, en privado no se pueden ni ver. ¡Marche un audiencia de conciliación!

Honestidad brutal. Apesadumbrado por la derrota, el conductor le cedió un lugar privilegiado a la reflexión certera. A partir del lapidario "jugamos mal", brotó una cascada de críticas que fondeó en el consabido "soy el primer responsable". Nadie duda de su seriedad, tanto en el trabajo como a la hora de enfrentar los micrófonos, pero debería tener un poco más de ojo a la hora de semblantear a algunos protagonistas que no cazan la onda. ¡Atenti!

Globo aerostático. Ya aparecieron las primeras notas de desaprobación hacia la joyita de la corona. Dos malas producciones alentaron las voces que hablan de agrande y exceso de individualismo. Por el bien del equipo y de la institución, las gradas esperan que el técnico encauce lo que corre serio riesgo de desborde. No sea cosa que, como en casos anteriores, la estrella se apague antes de alcanzar su máximo brillo. ¡Cruz diablo!