martes, abril 24, 2012

Esperando la carroza

Desde la llegada del nuevo cuerpo técnico algunas cuestiones mejoraron, y mucho; mientras otras patalean y se resisten al cambio, como un mal hábito difícil de extirpar. El circuito futbolístico funciona a fuerza de una premisa fundamental; orden y solidaridad en todo momento y lugar, aunque en ello vaya la vida. Los gritos del entrenador, al momento del repliegue exagerado, no dejan lugar a dudas. Cuando el plan registra abandono, los demonios despiertan del letargo y vuelven a ocupar un rol preponderante, cubriendo con un manto de inseguridad lo que parecía aprendido e incorporado. Las dudas respecto del techo están planteadas; si no hay mayor superación es porque las limitaciones no lo permiten.

Dilucidar cuánto más puede dar este plantel es el próximo desafío del entrenador. Ya disciplinó y armonizó el zafarrancho heredado; consiguió saldar la deuda impuesta por la sequía de local y lleva seis encuentros sin derrotas, pero un detalle puede complicarle el panorama pensando en el ajuste perfecto. Una fatalidad le despeja el camino a quien enrarece el aire que se respira en vestuarios, trasladando al campo su individual impronta, anteponiéndola a los intereses impulsados por el juego colectivo. Volver al pelotazo para el lucimiento personal de una sola casaca es desbaratar el trabajo llevado a cabo hasta el momento. La manzana podrida tiene toda la intención de recuperar su poder contaminante.

Así las cosas, el reto se multiplica. Consolidar un sistema todavía vacilante, exprimir al máximo rendimientos recuperados, fortalecer la confianza de los pibes, contagiar el compromiso a los suplentes y contener el impetu de una resurrección no prevista en lo inmediato son algunos de los aspectos a considerar. Todo resulta importante para alcanzar ciertos objetivos en el corto plazo. El duelo venidero será un interesante indicador de proyecciones a nivel general. Si bien a esta altura nada es definitivo, una prueba de carácter no le viene mal a los protagonistas. Un rival de peso pondrá en evidencia intenciones y capacidades en medio de una mejoría que aun debe dar cuenta de sus probabilidades de sustento.


APOSTILLAS

Olfato para los negocios. Como es su costumbre, el excelentísimo señor presidente sigue riéndose del parodismo vernáculo. Salvo a la caterva rastrera, tiene a todos convencidos de que en el chanchito no hay un centavo partido al medio. Al parecer, muchos se han olvidado de los suculentos ingresos que generan los palcos y salones vip y los extraordinarios recursos que brotan del hotel que sólo lleva el nombre. ¡Un club con buena gente!

Con fecha de vencimiento. En una arriesgada maniobra consigo mismo, el delantero enclenque se rompió del todo, a los trece minutos del primer tiempo. Justo cuando estaba entrando en sintonía fina con una idea futbolística seria, el crocante hace crack. Antes de que las malas lenguas insinúen alguna desafortunada habladuría, se descarta que el goleador histórico le haya hecho una visita al vidente oficial. ¡Qué suerte para la desgracia!

Arrebato populista. A poco de vencer su contrato, le surgieron unas incontrolables ganas de llegar al corazón del hincha. Los serviles micrófonos matinales de la emisora asoleada sirvieron de vehículo para dar a conocer sus más profundas emociones y su firme intención de seguir ligado al club al que dice haberle "dado muchísimo". Entre otras cosas, el volante goleador no quiere desarraigar al descendiente que milita en las inferiores revolucionarias. ¡Grande pá!

Duda existencial. A los desaforados obsecuentes les respondió con un "no, no, la decisión ya está tomada". Ante la insistencia aflojó con un "creo que ya no hay vuelta atrás". Lo que no cayó muy bien fue su "pueden ser dos partidos nada más", cuando le preguntaron si jugar la próxima copa no lo copaba. El líder negativo está esperando que se lo pidan de rodillas. Ahora que la competencia capotó, pretende hacerse rogar para que sufra el traidor. ¡No se va, el veinte no se va!