martes, noviembre 29, 2011

Protección al mayor

En la previa, los mediocres se frotaban las manos. Frente a un equipo menos que alternativo, los tres puntos estaban asegurados y el segundo puesto serviría para enrostrarle a los detractores una campaña digna de cuadro de honor. Una defensa consolidada, una línea de volantes mixta, conjugando experiencia y habilidad, y una ofensiva exquisita y contundente contra un puñado de purretes de ocasión. Sellado el empate, el resultado pasó de pan comido a "valorable" porque, según los obsecuentes a sueldo, no es lo mismo jugar contra los suplentes de cualquiera que contra los de la institución que se destaca por hacer un culto de sus inferiores.

La afición, por su parte, centró la crítica en las diferencias más notables. Promedio de edad alto versus promedio de edad bajo, estados físicos pesados versus estados físicos livianos, equipo sin dirección técnica versus equipo con dirección técnica. En el fragor del análisis, todavía nadie entiende cómo los cambios que ya son usuales en los segundos tiempos no pasan a formar parte del conjunto titular. Algún desorientado podría pensar que es un plan de acción fríamente calculado por el conductor para sorprender a los rivales y asestarles el golpe de gracia. Sin embargo, las razones tienen poco que ver con la estrategia y mucho con lo preestablecido.

Todo indica que los roles protagónicos son inamovibles; hay puestos asignados por peso específico, respetados más allá del rendimiento, y otros por amortización de pasivos. Respecto del delantero enclenque, él mismo se encargó de aclarar que sigue en proceso de recuperación -en un turno entrena con sus compañeros, en otro asiste a una clínica para realizar trabajos de fortalecimiento-; en cuanto al juvenil seleccionado, una cuestión de escalafones y trayectorias lo relega al estatus de alternativa según lo dicte el trámite del encuentro. En resumidas cuentas, los objetivos de los principales involucrados están ligados al permanecer y no al trascender. Negocios son negocios.


APOSTILLAS

Fuera de juego. Agotado el stock de espejitos de colores, el excelentísimo señor presidente optó por alejarse de los micrófonos y delegar el sostén de la campaña, ya no en el impresentable vice, sino en el parodismo militante, que en pareja competencia se desvive por complacerlo, aun a costa del ridículo permanente. Precavido el hombre, toma distancia y sigue edificando su futuro lejos de las menudencias cotidianas que aquejan al ciclo del eterno «ito».

Pelotazo en contra. Mientras el director ejecutivo del fútbol neonato-infanto-juvenil continúa de recorrida por el interior profundo del país en busca de talentos que salven su lamentable gestión, las gradas aguardan la aparición de alguno de los "veintidós chicos que pueden llegar y triunfar" que anunció hace poco más de un año. En su momento, el felpudo mayor pidió quince años de gracia. Habrá que tener paciencia y seguir esperando.

Tiempo recuperado. Para que las conferencias de prensa post partido resulten más amenas, el conductor encontró una fórmula infalible. Pide gancho y recita de memoria todos los lugares comunes habidos y por haber. El análisis exhaustivo lo reserva para después de repasar las incidencias en video y así fundamentar con mayor precisión sus lúcidos conceptos. El problema va a ser justificar la llegada de un enganche.


Arrugue de barrera. La encendida vehemencia con que el chupalerche primero defiende el modelo por la mañana, baja estrepitosamente a la hora del almuerzo. Al parecer, la dupla anticristo lo intimida y le hace perder sus convicciones. Tampoco lo deja bien parado el grotesco rodeo con que intenta eludir las preguntas capciosas. Con los sobres que recibe de la institución debería costearse un curso de perfeccionamiento, para no pasar vergüenza.