lunes, junio 22, 2009

Razones son razones


La crónica ordinaria y complaciente dirá que Colón tenía que ganar y ganó. Seguidamente rellenará espacios con un resignado “no le alcanzó” y demás variantes por el estilo. También destacará, olvidando las especulaciones previas, esas que acentúan siempre las ventajitas adicionales, que el sabalé “impuso su jerarquía”. Casi ninguna hará hincapié, más allá del contundente triunfo, en la disparidad de fuerzas entre un rival y otro. Con un rojinegro que puso sobre la mesa lo mejor, mientras que el adversario sólo migajas. Y como no podía ser de otra manera, la superioridad sacó provecho de la situación. Lo interesante hubiera sido medir capacidades en igualdad de condiciones, tanto como para sellar la valía del momento.

Lo cierto es que a una fecha del final, los números no merecen discusión. El campo era el propicio para semejante cosecha y se usufructuó hasta donde se pudo. No obstante haber quedado afuera de la discusión por el título, y aún dependiendo de otros desenlaces para saber si accede al selecto grupo que disputará una copa, el equipo entiende que cumplió con el objetivo. Sería saludable que el músculo no duerma y la ambición no descanse para que el torneo que se avecina lo encuentre, no mirando de reojo resultados ajenos, o encendiendo velas para que se caigan los de arriba, sino dependiendo de sí mismo a la hora de pelear por logros importantes. Es lo que la afición colonista espera para la temporada venidera.

Si hizo falta un torneo de prueba y otro de consolidación, el próximo deberá darle paso a los honores. Aunque habrá que ver si las condiciones ideales vuelven a darse y si se mantiene a los pilares del plantel. Una tarea que a priori no parece sencilla de encarar. Aunque antes de que comiencen a rodar todo tipo de rumores primero y certezas después, en torno de las idas y venidas, todavía es tiempo de reconocimiento, por lo que dentro de quince días el Brigadier deberá engalanarse con sus mejores atavíos para ofrecerle a la muchachada la mejor de las despedidas. Una despedida acorde al compromiso asumido al inicio y cumplido con creces llegado el final, porque si una oportunidad pasó de largo, una próxima puede no pasar.


APOSTILLAS

La guerra de lo roces. El bastión de la defensa dice una cosa y el excelentísimo señor presidente otra. Tamaño rendimiento merece una compensación. O se hace uso de la opción o no habrá más remedio que dejarlo emigrar. Y ojo, que si se queda, el jugador de selección peleará por un buen ajuste en su contrato. De una u otra forma… ¡a poner la tarasca!

Se le piantó un lagrimón. La frustración por no haber encontrado al ladero ideal, despertó las “añoralgias” del goleador histórico. En medio de la euforia por el triunfo, se acordó del artillero de Margarita y sus goles, y de lo importante que hubiera sido su presencia en este torneo. ¿Y si hace la gran OM y retorna a los pagos que lo vieron nacer?

Manos a la obra. El excelentísimo señor presidente quiere hacer del Brigadier el estadio más coqueto del país. Primer paso, la construcción de unas plateas vip a los costados de los bancos de relevos. “¡Esos plateístas van a estar más cerca del campo que los propios suplentes!”, suspiraban los obsecuentes de siempre. Lo más caro está por venir.

El peor alumno. En los mediodías enredados, cuando se lo apura al aspirante de chupalerche primero con alguna consulta incisiva, la respuesta es siempre la misma. Nunca tiene la chance de esclarecer las requisitorias que podrían dejar mal parados a sus amos y señores. Todavía no pudo averiguar cómo marcha la conscripción de socios protectores. ¡Qué mal!