jueves, agosto 14, 2014

Con el pie izquierdo

El debut en la categoría, a la que nunca pensó volver, fue decepcionante. Tanto dentro como fuera de la cancha la preocupación se hizo presente, superando a la emotividad que produjo el regreso del espectáculo y el reencuentro con los colores. Después de noventa minutos sin emociones ni perspectivas alentadoras, la afición tomó contacto con una realidad distinta, totalmente alejada de la sensación que quedó flotando en el aire al finalizar la puja por la permanencia. No será tan fácil, en un nuevo escenario y con nuevos actores, encontrar el camino a la división superior. Las motivaciones no son las mismas. El entusiasmo, tampoco.

Pelear por conservar un estatus, incentiva. Meterse en la puja por ascender, no tanto. Los protagonistas que ponían el alma en cada partido, con el único objetivo de no perder la plaza en la élite del fútbol vernáculo, ya no están. Sólo queda un par de mediocres que en su momento fueron contagiados por la enjundia de los más comprometidos y un puñado de intrascendentes que ya está de vuelta, sin el mínimo sentido de pertenencia, a quienes les da lo mismo cualquier resultado, siempre y cuando no falte cada mes el suculento cheque que les permita mantener su tren de vida. El fuego sagrado atizado por quienes vieron la posibilidad de pegar el salto al demostrar su valía, se apagó. Si hay mecha para volver a encenderlo, será parte del derrotero que le tocará transitar al conductor y sus nuevos discípulos.

Por lo pronto, en el primer examen no cabría una crítica lapidaria. Aunque las condiciones han cambiado drásticamente, ponerle unas cuantas fichas a la capacidad del técnico sería un acto no sólo de justicia sino de gratitud hacia quien supo explotar al máximo el escaso material disponible con el que sacó treinta puntos en su intento por permanecer en el grupo de los selectos. Aunque la parcialidad ponga en tela de juicio el criterio del entrenador para traer tantas incorporaciones, y de dudosos antecedentes en lo que a rendimiento se refiere, el voto de confianza estará vigente por un par de encuentros más. La paciencia de ambas partes se pondrá a prueba cuando los partidos entre semana y los kilómetros por recorrer marquen una tendencia.


APOSTILLAS

Zona de riesgo. La comisión directiva decidió, haciendo uso de la potestad que le otorgó una asamblea, acogerse a la ley de salvataje deportivo, una clara señal de que el estado económico-financiero de la entidad no puede levantarse ni con grúa. Llamó la atención, entonces, la cantidad de reclutados a quienes, sin excusas, habrá que cumplirles mensualmente. La tan mentada austeridad parece brillar por su ausencia. El camino a la perdición comienza siempre en el mismo punto.

Doble discurso. Hace poco fue presentado, y aprobado, el balance que dejó sin cerrar la falsa pertenencia. Los números arrojaron un pasivo de noventa y cinco millones de pesos, comisión investigativa mediante. Ahora resulta que la deuda es de más de ciento cincuenta palitos, menos unos quince que bajaron exiguamente el rojo. A esta dirigencia, le está costando cumplir con lo prometido en campaña. La transparencia es fácil de pregonarla pero difícil de exponerla.

Optimista al mango. No se puede negar que el conductor encaró esta nueva etapa con una visión más que positiva. "Merecimos ganarlo", dijo, soslayando que aun en superioridad de condiciones -casi cuarenta minutos con un hombre más-, el once en cancha no pudo doblegar a un rival flojo y sin ideas. El error estuvo en los últimos quince metros, el mismo dilema que padeció todo el certamen pasado. Imposible esperar resultados diferentes, aplicando la misma fórmula.

Pavada atómica. Es un león vendiendo conceptos burdos y vacíos de contenido. La sandez del "operativo retorno", pergeñada por el chupalerche primero para desviar la atención de la gilada de la responsabilidad que le cupo, bajo el ala del pasquinejo vernáculo, en el latrocinio perpetrado por la banda en fuga, no parece pegar entre la afición que no olvida a los serviles y obsecuentes que dedicaron más de siete años a encubrir delincuentes. Cómplices necesarios, aprendices de avispados.