
La actuación de ayer pareció decirle adiós al compromiso por la meta; incluso pudo percibirse un tufillo a resignación respecto de los partidos que restan. Tal vez semejante estado sea consecuencia del efecto sopor, la residual secuela que sobreviene después de haber inhalado tanto gas tóxico proveniente de los cráneos conductores. Entre los delirios de grandeza del “biondo gnocchi” y el verso permanente del entrenador, no hay humanidad centrada que aguante. Al final, ni los pibes –aquéllos que tuvieron una fugaz oportunidad–, pueden sentirse satisfechos. El manoseo, disfrazado de “convencimiento con el proyecto”, tarde o temprano queda en evidencia. A esta altura, la chiquilinada ya sabe quién queda y quién se va.
Lo que esta dirigencia parece ignorar, a pesar de la experiencia que carga sobre sus hombros, es que el éxito de la continuidad no está asegurado, mucho menos cuando los involucrados esconden intereses personales muy alejados del exclusivo beneficio a la institución. Los modelos fructíferos y perdurables en el tiempo, han tenido dirigencias serias y austeras y cuerpos técnicos sensatos y consecuentes con una idea. Dos premisas fundamentales que en Colón nunca se tuvieron en cuenta. Ahora, lo importante es aguantar hasta diciembre y con el entrenador como bandera, siempre y cuando cuatro derrotas consecutivas no echen a perder el plan maestro de la re-re. La otra cara de la moneda no figura en la agenda. Demasiado riesgo.
APOSTILLAS



La Destacada:


Camino al confesionario. La mentira del excelentísimo señor presidente acerca de no haber hablado de incorporaciones con el dt quedó al descubierto al conocerse los nombres que los medios vernáculos hicieron circular durante la semana. En ese sentido, lo más patético fue la explicación del empleado del club, encargado de contenidos de la web oficial, quien en su triste papel de parodista a sueldo de la falsa pertenencia –por algo nunca pasa de vestuarista en un medio privado–, quedó en ridículo frente a la dupla conductora de los mediodías asoleados. Ante la desorientación de sus interlocutores debido al cambio de estrategia dirigencial, se escudó en el “secreto de las fuentes” para zafar de inquietante requisitoria. ¡Como si nadie supiera que el oficialismo le paga para que haga de megáfono replicante!