miércoles, septiembre 17, 2008

Y un día llovieron goles


Choque de estilos en el Brigadier. Día hábil, horario laborable, mucho público. Claro ejemplo de que en la capital de la provincia, el trabajo no figura entre las prioridades cotidianas. Es que el negro todo lo puede. Tanto así, que propició la rata de los pibes y la gambeta de los mayores para con las monótonas obligaciones terrenales. Cuando Colón convoca, su gente acompaña, aunada en una máxima popular. No es fácil convertir un martes en domingo, pero la afición, haciendo gala del poder de las fieles masas, le puso color a una cálida tarde de septiembre y no salió defraudada. Es cierto, el rojinegro no ganó, pero conservó el invicto y lo más destacable, peleó ante la adversidad y en unos cuantos segundos logró que el marcador reflejara, con justicia, lo acontecido en la cancha.

En rigor, el encuentro pareció un "revival" de los eternos enfrentamientos, entre líricos y luchadores, ésos que han dividido las aguas del fútbol argentino durante las últimas décadas. Y en la contienda entre el fútbol asociado y la estrategia solidaria, el resultado no arrojó un ganador, como si las preferencias futbolísticas no tuvieran una apariencia definida. Claro está, el juego que despierta pasiones se nutre de condimentos dulces y salados. Esa es la cuestión. Lo cierto es que en un partido electrizante, donde el tanteador reflejó alternativamente lo mejor de los dos contrincantes, los delanteros sabaleros volvieron a vapulear el arco contrario después de interminables minutos de veda goleadora. Y buena parte del mérito manó de la figura del artillero histórico, en el día de su vuelta al ruedo.

No cabe duda de que, con el paso del tiempo, algunas cualidades se diluyen y otras se acrecientan. Si bien el veterano sorprendió a propios y extraños, resulta dable destacar que una característica determinante lo coloca en un peldaño superior entre los de su clase. Algunos le llaman olfato; otros, oficio. Más allá de que el esquema de juego se haya dirigido a potenciar su presencia –los centros buscando su humanidad fueron una constante– el tipo sabe cómo es la cosa. Habrá que prestar atención al desgaste físico para evitar complicaciones no deseadas. El desafío de la vuelta lo superó con creces, pero deberá ser lo suficientemente inteligente como para advertir las limitaciones que le impone el calendario, para no perjudicarse a sí mismo ni al equipo, aunque tenga ganas de jugar ciento veinte minutos corridos. ¡Qué no decaiga!


APOSTILLAS

Fin de la polémica. Los dos centrodelanteros pueden jugar juntos. En especial en este caso, cuando uno piensa y el otro no. Para el rival de turno, ambos son peligrosos y en jugadas clave cualquiera de los dos puede desequilibrar. El dt deberá ordenar las posiciones para sacar el mayor rédito. La ley de las compensaciones nunca falla.

Silencio de radio. Tal vez pocos se hayan dado cuenta, pero el ahora irremplazable volante pudo haber sido expulsado cuando moría el primer tiempo. Ante una evidente falta, el lunático árbitro estuvo a punto de sacarle la amarilla; acción que retrotrajo cuando se percató de que el susodicho había sido penado con anterioridad. ¡Salvado!

Cada vez mejor. El retorno tan esperado impidió que acaparara la atención, pero su rendimiento fue de los mejores. Por un lado, por otro; yendo hacia arriba, yendo hacia abajo. Impecable. Si sigue en este nivel, su cotización superará a la del alicaído artillero de Margarita. Tanta voluntad y dedicación están rindiendo frutos. ¡Enhorabuena!

Amordazado. El vocero oficioso se encargó de desmentirlo, el tiempo tendrá la última palabra. No obstante, es obvio que un ¿tapado? está asesorando al "biondo gnocchi". Al don le disgustan los personajes de perfil sobreexpuesto. Aunque se lo hecha de menos, con el notorio cambio gana la institución. ¡Y el pueblo colonista… agradecido!