
Por el medio también deambulan los interrogantes. A falta del enganche titular, el suplente representa una duda permanente. En su balance personal, la columna del debe resalta en color rojo, aunque el técnico no tenga demasiado que reprocharle debido a sus últimas actuaciones en este ciclo. Como oportunidad, no está para desperdiciar; sólo hace falta una buena dosis de conciencia. Por otro lado, el entrenador presiona para que la dirigencia haga el gasto, se ponga con el fangote, y así contar con el dueño del puesto. Sabe que si amanece encendido, puede enloquecer al rival y ser factor desequilibrante en el resultado. Una carta demasiado valiosa.
Así las cosas, desde las mañanas obsecuentes de la emisora asoleada, el chupalerche primero intentó sacarle provecho a la situación. Fogonear con la alternativa del pibe que nunca despega, resaltando cualidades varias, como si de una joya en bruto se tratase, no estuvo mal considerando la nula proyección de elementos de inferiores con vistas a sanear los números del semestre. Pero poner al joven sustituto casi a la misma altura del vistoso diez, cuando hace apenas unas semanas pedía a gritos que se compre el porcentaje restante del pase del lagunero volante por considerarlo imprescindible en la formación y un buen negocio a futuro, sonó a imposición dirigencial. O flagrante contradicción.