domingo, enero 30, 2011

Cuando calienta el sol


Fueron dos tiempos de treinta minutos cada uno. Cincuenta y nueve le costó a un equipo de primera categoría, con aspiraciones de pelear el título, marcarle un gol a uno de segunda que marcha por el fondo de la tabla de su divisional. Sin embargo, y para que la preocupación no se expanda como peste de verano, el entrenador dijo sentirse "conforme" con el rendimiento de sus dirigidos en el primer amistoso de pretemporada que terminan sin dar vergüenza, por lo menos en el resultado. Un partido que por momentos pareció el típico enfrentamiento de solteros contra casados. Y no hace falta aclarar cuál de los dos aparentó llevar puesta la camiseta de los nunca bien ponderados jefes de familia.

En primera fila, observando detenidamente cada paso sabalero, los tres chupalerches que animan las mañanas obsecuentes de la emisora asoleada. Ni la horda de jejenes que invadió el predio testigo de tan anodino encuentro pudo contra la atenta mirada de quienes después disfrazan la realidad con el velado manto de la distorsión y la mentira. Jugadores pesados, mucho grito para un veterano defensor y para el cinco que retornó al pago, un enganche que insiste con la calesita y escasa idea de juego. Para cerrar el show, las palabras de compromiso del técnico, quien aprovechó la ocasión para abrir el paraguas sentenciando: "Trataremos de llegar al ciento por ciento, pero lo más probable es que no lo logremos".

Como si esto fuera poco, consultado acerca de cuántos titulares tiene en mente para el partido inicial, se despachó con un increíble: "Muchos". El ex por lo menos era más carismático y verseaba con un singular toque de simpatía. Este ronda lo patético y se lo nota bastante nervioso. Sabe que el tiempo lo correrá como la parca a los sentenciados a muerte. En el atardecer del miércoles, el único tranquilo era el jefe del operativo custodia, quién por radio se encargó de comunicar a su dependencia que el entrenamiento estaba libre de barras bravas. Al parecer, o los muchachos están de vacaciones o los viáticos que les pasa el impresentable vice no dan para seguir a la sangre y luto hasta la zona suburbana.