martes, diciembre 20, 2011

Experimento negro

Del mejor presidente del país no correspondía esperar otra cosa. Mientras los malintencionados de siempre lo acusaban de abandonar la institución para ocuparse de menesteres ajenos a su investidura, él trabajaba en silencio -o no tanto- con su norte intacto. Llevar a la entidad, ya no a la cúspide del reconocimiento nacional sino al tope de la consideración mundial. Para alcanzar el objetivo, cualquier camino es válido si los logros futbolísticos se hacen rogar. Otro ejemplo de la perspicacia con que ha sabido interpretar el espíritu de la masa ávida de festejos, aunque más no sea fuera del campo de juego. El flamante secretario técnico -de saco pero sin corbata- jerarquizará una estructura desbordante de pomposos cargos a la espera de algún resultado.

Por lo pronto, la afición disfruta de la novedad y aprovecha la ocasión para levantar la autoestima, alicaída a pesar de los treinta y un puntos. Así como en la cuarta fecha sufrió la peor derrota de los últimos tiempos, hoy humilla enrrostrando grandezas que presagian un futuro promisorio. Así como hace unos meses padeció el escarnio público por un desafortunado, e involuntario, accidente que fue motivo de tapas e investigaciones de medios masivos de comunicación, hoy hace gala de las letras de molde que reflejan un posicionamiento inédito en la historia sangre y luto. Así como vilipendió a un conductor inepto, hoy avala la llegada de un emblema histórico -confeso hincha del club de la ribera porteña- con la esperanza de alcanzar esquivos laureles.

A fin de disipar dudas, los esbirros a sueldo del régimen, sumaron su granito de arena. Se trata de un arribo que merece aplausos y, al decir del chupalerche primero, ningún cuestionamiento porque "hay que dejarlo trabajar y después evaluarlo". De la misma forma que en su momento pidió a gritos quince años de gracia para la revolución de inferiores, ahora pide suprimir la capacidad de análisis hasta ver qué pasa. Como invalorable aporte, y para llevar tranquilidad a algún desprevenido, también graficó con "intimidades" los beneficios de la nueva función, que no requerirá dedicación en cuerpo presente. No sólo será un soporte de lujo -celosos abstenerse- para el primer mandatario, sino que pelará su agenda telefónica en nombre de un anglicismo de moda.