jueves, noviembre 06, 2008

Mercado de valores


En el tramo final del torneo, los números cotizan en alza. Los que suman, los que restan y los que dividen. Los que se cocinan adentro de cuatro paredes y los que se ponen en juego frente a miles de testigos. Al mismo tiempo que el dt prepara a sus huestes para afrontar la definición del Apertura –con un poco más de calma debido a los siete de nueve–, el excelentísimo señor presidente está enfrascado en la operación remate. Si bien, por un lado, ha ganado en tranquilidad, gracias a la habilidad demostrada por el oneroso equipo contable contratado; por otro, se le hace imperioso vender un par de figuritas para incluir números frescos en el balance y no cerrar con un estrambótico déficit. Así, la aprobación estará asegurada.

Pero la tarea de conseguir un buen ingreso de verdes no será tan sencilla. Entre los nombres que ya tienen concluido su ciclo vistiendo la sangre y luto, no hay demasiado virtuosismo como para interesar a instituciones con abultada billetera; los que rindieron aceptablemente serán confirmados por el dt –si es que se decide y estampa el gancho en la renovación– y el lastre habrá que rifarlo y asumirlo como pérdida. Vale recordar que de las diez incorporaciones que llegaron de la mano del entrenador, sólo tres hacen uso hoy de la titularidad; el resto, entre lesiones, bajos rendimientos y escasas oportunidades, con seguridad irá en busca de nuevos horizontes. En ese marco, lo obvio es que se viene una oleada de rescisiones.

Para disimular semejante fracaso, la dirigencia arremete con la promesa de una inminente promoción de juveniles en masa. Si la apuesta sale bien, y los pibes rinden en un nivel aceptable, se habrán matado tres pajarracos de un tiro: reducir el monto de los contratos, obtener buenos dividendos por ventas a mediano plazo y agitar con orgullo la bandera de la revolución del fútbol amateur. De esta forma quedarán en un olvidado rincón de la frágil memoria colonista, las ventas multimillonarias que no fueron tales, los brillantes negocios del "biondo gnocchi", el modelo para no desarmar del pasquinejo vernáculo, los micros para acompañar al negro de visitante, el fin de los personalismos y el aumento de la cuota societaria, entre otros tantos puntos del "proyeto superador" de la falsa pertenencia.