martes, marzo 27, 2012

Lluvia púrpura

Como si el agua lavara culpas, el minuto noventa y uno los sorprendió libre de pecado. La afrenta que descaradamente insistían en sostener a caballo de actuaciones deplorables, se cortó de golpe y porrazo con una sinfonía a toda orquesta. Sin la influencia del líder negativo puertas adentro, el guardameta se lució bajo el diluvio, la línea de fondo superó a los tropezones su segunda prueba, el mediocampo se devoró al rival y la ofensiva lució renovada y fresca. Y con el resultado, la algarabía no sólo brotó en las gradas; la muchachada cambió insultos por aplausos y el excelentísimo señor presidente zafó de la rima que lo desvela. El entrenador, medido y sensato, también salió airoso; el secretario técnico apenas acompañó, cual figura decorativa.

El aroma a encrucijada puede olfatearse a la distancia. ¿El mal momento del goleador histórico decretará el fin de la cofradía? ¿Los miembros restantes lo dejarán solo para salvar sus propios pellejos? ¿Tendrá lugar a la vuelta o le cabrá el popular refrán de origen hispánico? ¿Se impondrá la disciplina que pretende el conductor? ¿Cuántos heridos más se cobrará el nuevo orden? Por lo pronto, los mensajes van marcando el camino. "Jugará el que tenga ganas", aseguró el entrenador después de la eliminación de la copa. La designación del capitán representa un guiño en ese sentido, pasando por encima a los referentes que alguna vez lucieron el brazalete en evidente línea sucesoria.

Las próximas contiendas develarán si la obra de arte fue producto de los últimos quiebres de cintura de las caras nuevas o de una ráfaga pasajera de enjundia, pergeñada para calmar los estados alterados. A esta altura, a nadie escapa la estrategia que mejor manejan los protagonistas. Si algo saben hacer a la perfección es descomprimir un segundo antes de que la soga les corte el aliento. Hoy ciertas pautas parecen haber cambiado. Aquéllos que están siendo señalados con el dedo deberán bajar el copete y aportar lo poco que les queda para superar la coyuntura porque el ala contraria no está dispuesta a asistir a su propio entierro. Muchas alternativas no quedan.


APOSTILLAS

La mesa está servida. El primer mandatario no puede con su genio. La institución ya cuenta con más ñoquis que la muni-muni y pretende seguir incorporando. Un nuevo elaborado de papa, que suele engullirse los veintinueve, está al caer. Entrenador de arqueros, sin domicilio en la cordial, vendría a aportar experiencia a cambio de un suculento cheque. Hasta la sepultura.

Sol de otoño. Sus amigotes dijeron que "el rechazo de algunos lo entristeció", de allí la razón de su faltazo. Las cámaras no pudieron tomarlo, el éter extrañó su voz. En esta oportunidad, el veterano veinte ojeó las incidencias del encuentro a través de su plasma. No solamente el fútbol lo está abandonando, la afición también dictó sentencia. Buena suerte.

Mejor que decir es hacer. Cuando abre la boca, el delantero enclenque, mete la pata. Después de un mini retiro forzado, su regreso a la deferencia del técnico resultó auspicioso. Sacando partido de la requisitoria parodística, zarandeó los micrófonos para pedir continuidad y aliento. Sus antecedentes no le aseguran ninguna de las dos cosas. A remarla se ha dicho.

Caído en desgracia. El chupalerche primero no encaja en la consideración de los nuevos. Primero, uno lo desmintió respecto de un llamado telefónico a un crack a poco de hacer pie en la institución; después, se tuvo que comer la reprimenda de otro por una data tirada a inicio de semana pero definida recién un día antes del partido. No lo tienen adornado para eso.