martes, diciembre 14, 2010

Regando el arbolito

Lo buscó toda la noche. Sin embargo, el póstumo triunfo no alcanzó para redimirlo de culpa y cargo. El negro le obsequió a la afición otro fiasco para el conteo. Veintiséis puntos a duras penas conseguidos, nada tienen que ver con lo prometido al inicio del torneo. Haciéndose eco de los argumentos esgrimidos por la dirigencia y la conducción técnica, los esbirros de la falsa pertenencia, consideran que la campaña ha sido buena. Una calificación que intenta disimular un nuevo fracaso de la gestión que encabezan quienes aspiran a seguir mamando de la ubre colonista bajo las ficticias banderas del título que llegará por “decantación”. Una estructura conceptual elaborada por el ex para conformar a una tribuna siempre dispuesta a comprar espejitos de colores.

Un equipo enclenque y un entrenador hábil en la teoría, pero mediocre en la práctica, redondearon una temporada rociada con suculentos billetes que rápidamente pasará a engrosar los anales del olvido. En contraposición con la memoria, las arcas acusarán recibo. El puñado de porotos más caro de la historia institucional, que dejó a los colores suspendidos en la intrascendencia que supone el medio de la tabla, ni siquiera pudo ser levantado en el imaginario colectivo con la avanzada cementicia, impuesta para tirarle una soga a los magros resultados deportivos. Resulta preocupante que la parcialidad, en el devenir de la mediocridad, parezca acostumbrada a las promesas vacías de contenido, repetidas semestre tras semestre, como si de realidades inalterables se tratase.

Caída la continuidad, reemplazada sobre la marcha por causa de fuerza mayor, sobrevino una especie de parche, que no logró encauzar el destino una vez pasada la motivación que suele imprimirle un cambio. Un arquero frustrado, una línea de tres devaluada, un medio campo descompensado, y una dupla ofensiva que nunca terminó de complementarse, un técnico enredado en el doble discurso que lo dejó muy mal parado frente al atento escucha de sus declaraciones, y una directiva que borró de su prédica el tema fútbol deberán replantearse unas cuantas cuestiones de cara al futuro. Pretensiones, objetivos, exigencias, un paquete de determinaciones acorde a los lineamientos e intereses de unos pocos que ambicionan seguir manejando las ilusiones de unos cuantos.


APOSTILLAS

Presión alta. El mazazo que le asestó la coalición opositora lo tiene en estado de shock. Todavía no puede entender cómo siendo él tan eficiente, sus inferiores cometen tantos despropósitos. Intenta evadirse, enfrascándose en múltiples actividades. Visitas ilustres, que pasan sin pena ni gloria; monitoreo de obras, que avanzan a ritmo cansino por falta de financiamiento; aumento del pasivo; y exigencias del dt. ¡Revienta el tensiómetro!

Nervios destrozados. De recorrida por las cabinas de transmisión, el impresentable vice denunció amenazas a su familia y las vinculó con la contienda electoral. Debido al indisimulable estado de alteración que lo afecta, y a su jerigonza indescifrable, en varias oportunidades, en lugar de decir “denuncia”, le salió “renuncia”. El que habla de “chiquero” es porque conoce de revolcadas con chanchos. ¡Lo traiciona el inconsciente!

Peligro de gol. El movimiento opositor salió con los tapones de punta. En conferencia de prensa, destapó las innumerables irregularidades con las que viene manejándose la falsa pertenencia de cara a las elecciones y aseguró que llevará la cuestión hasta las últimas consecuencias. Aunque no parezca confiado en ganar la partida, al advertirle al socio sobre el oscuro proceder de la dirigencia descubrió el camino hacia un posible fraude. ¡Atenti!

Club de fans. Un glamoroso coro de fervientes admiradoras despidió con vítores y aplausos, al momento del cambio, al implacable artillero que desechó la posibilidad de seguir triunfando en la península itálica para hacer dupla con el goleador histórico en la pelea por el campeonato local. Sus actuaciones lo posicionan como una de las incorporaciones más caras e improductivas de los últimos tiempos. La herencia del ex no se agradece, se padece.