lunes, julio 26, 2010

Hasta las manos


Todas las cartas están echadas. Se acabó el tiempo de las excusas. Si con estos jugadores –pibes abstenerse– no sale campeón, el fin de la continuidad será un hecho y el resultado de las elecciones, incierto. Todos están jugados. La dirigencia, que apuesta a consolidar, y prolongar, su vínculo con la masa societaria obsequiándole el tan ansiado campeonato; el cuerpo técnico, que espera graduarse con honores y dar el gran salto; y los veteranos, que pretenden cerrar sus carreras con un título, y algo más, en los bolsillos. Mientras, la afición sueña con que algún día se le cumplan los deseos. Teniendo en cuenta el nivel de cháchara que se viene sosteniendo con insistencia, nadie aceptaría un segundo puesto como consuelo.

Habrá que ver, pues, sin margen de error, cómo manejan la presión los involucrados. Habrá que ver, cuánto demuestran quienes, en la previa, y al decir del excelentísimo señor presidente y de los lambiscones a sueldo que repiten como periquitos el discurso oficial, “se mueren de ganas por vestir la camiseta de Colón”. No sea cosa que, al final de la historia, terminen yéndose por la puerta de atrás, como tantos otros durante la insuperable gestión de la falsa pertenencia. Por lo pronto, la maquinaria expendedora de humo a granel ya marcha a todo vapor. Entre las obras –que avanzan a ritmo sostenido–, las incorporaciones –de indiscutida jerarquía– y la pretemporada –plagada de logros–, el “salto de calidad” llegó para quedarse.

Así las cosas, los próximos meses serán definitorios en varios sentidos. En particular, considerando la cantidad de billetes que se llevará puesta la carrera hacia el todo o nada. Uno de los técnicos más caros del fútbol argentino y un plantel con contratos siderales deben proponerse algo más que “pelear arriba” –tal y como aseguró el incomparable entrenador–; deben alzarse con los laureles, de una vez por todas, para justificar las toneladas de manteca que la dirigencia tiró, y sigue tirando, al techo sin un trofeo para mostrar. El camino contrario, el de un nuevo fracaso, llevaría indefectiblemente al desgaste. Y sabido es que el desgaste, no sólo corroe las mejores intenciones, también acaba con los “proyectos” que aparentan solidez.

martes, julio 20, 2010

Aterrizaje forzoso


Finalizada la aventura sudafricana, la rutina comienza a recuperar su matiz habitual. Y con el plantel rojinegro de vuelta en casa, las novedades van tomando color. El tercer arquero de la celeste y blanca, aunque para la tribuna diga lo contrario, anda con ganas de cambiar de aire. El defensor que miró el mundial desde el banco, despunta el vicio e invierte en emprendimientos gastronómicos lejos de la cordial. El excelentísimo señor presidente, envalentonado –comprensible, después de compartir, del otro lado del océano, hotelucho con pares de segunda línea–, alardea ubicándose en el mismo nivel que los grandes. Y el chupalerche primero dice haber “crecido” luego de su vergonzosa cobertura especial.

Mientras el laborioso primer mandatario intenta completar el plantel que asumirá el duro compromiso de asegurarle el triunfo en las próximas elecciones, el verborrágico entrenador, quien no ha aprendido nada desde que camina bajo el cielo vernáculo, puso «play» y arremetió contra la inteligencia de la afición con declaraciones para el olvido. Sobre los juveniles en la pretemporada: “Hubo varios chicos que nos darán una alternativa muy buena en el torneo y eso me deja muy tranquilo”. ¿Cómo, no era que quería arrancar esta etapa con cuatro o cinco de titulares? “Colón es un club serio (…) lo único que le queda es ir por la gloria. En algún momento se va a dar el campeonato.” ¿Será en esta vida o en la próxima?

Continúa. Pretende dos refuerzos más “para tener seguridad y recambios de jerarquía del mismo nivel de los que juegan”. ¿Y los pibes para cuándo? “Lo de Canales ya está descartado. Tampoco vamos a estar insistiendo tanto. Hizo dos goles y le tenemos que estar rogando.” ¿Y andaba atrás de un delantero con semejante sequía en el haber? Sobre el guardameta titular: “Él está muy contento en el club y los directivos le van a reconocer todo lo que está haciendo. Va a ser el arquero de Colón por muchos años. Se habla de México y allá está el libro de pases cerrado.” ¿Hummm, habrá cortocircuito? Cuanto menos suena raro, ya que comparten el mismo representante. En fin. Al parecer, todo está como era entonces.

lunes, julio 12, 2010

Simplemente rojo

Como la sangre que corre por las venas de quienes fueron fieles a un estilo. Como la que coloreó los rostros de quienes traicionaron una historia. La presea dorada se la llevó el equipo que mejor interpretó el fútbol que le gusta a todos. Aunque sin estridencias, sin goleadas aplastantes. Con lo justo. Inclusive con una derrota en el camino. Pero respetando el buen trato de pelota y con la mirada puesta en el arco contrario, sin descuidar el propio. Equilibradamente. Y cerrando el círculo, un tío serio sentado en el banco. Podría decirse que se hizo justicia, en una competencia donde las estridencias brillaron por su ausencia.

En segundo plano, el partido más emocionante del torneo. Entre uno de los participantes sobresalientes y otro que nadie imaginaba. Si bien algunos suelen tildar la lucha por el tercer puesto como sin importancia, para los que llegaron impensadamente, la contienda se convirtió en los noventa minutos de mayor trascendencia en años. Así, sacando del baúl de los recuerdos la garra que caracterizó su existencia, y demostrando un firme interés por quedarse con el bronce, llevó a su rival a disputar un cotejo de ida y vuelta para rememorar. No le alcanzó, pero el honroso cuarto puesto llenó de orgullo a propios y de envidia a extraños.

Mientras tanto, de este lado del charco, se espera la decisión del dios desequilibrado, apostando a un cambio ajeno a su esencia. Y con un don que, ya avisó, no piensa dejar su sillón sino hasta que la parca lo obligue. Semejante escenario no anuncia un futuro prometedor. Por el contrario, un panorama sin proyecto sustentable a la vista hará que una generación de excelentes jugadores pase con más pena que gloria por las ajadas páginas del fútbol vernáculo. La fría realidad marca que esta intervención de la celeste y blanca en la aventura sudafricana ha sido el resultado de lo que la vetusta dirigencia argenta supo construir.

lunes, julio 05, 2010

KO técnico

Y súbitamente atronó el silencio. Se ahogaron los cánticos, dejaron de flamear las banderas y la pirotecnia dispuesta quedó para una mejor ocasión. Frente al primer rival de fuste, no surtieron efecto ni los carteles motivadores colgados en el vestuario, ni los cuernitos de la primogénita apostada en la platea, ni las ocho invocaciones a la santa cruz antes del pitazo inicial, ni la cadenita en la mano durante la contienda, ni la presencia en el banco del defensor que fue ungido con los santos óleos gracias a un sueño premonitorio. Las cábalas se desvanecieron cuando un verdadero equipo se interpuso en el camino del triunfalismo, carente de real sustento, que emprendió el combinado nacional de la mano de un dios sin religión.

Algunos dirán que murió con las botas puestas, otros que la derrota fue consecuencia de la arrogancia y la obstinación, los más que fue producto de la ineptitud. De todo un poco. Lo cierto es que el revés figuraba en los planes; la vapuleada, no. El cuatro a cero no sólo evidenció la falta de planificación que caracterizó a este ciclo, sino que le asestó una puñalada en el corazón al ídolo acostumbrado a erguirse en el lado opuesto de la autocrítica. Como broche de oro le quitó méritos al adversario que desnudó sus falencias y destrató a un parodista que voceó lo que todo el que sabe, opina. Sin embargo, para muchos, esto no fue suficiente. Al parecer, DM se ha transformado en una adicción imposible de superar.

Quizás porque su figura es un espejo del ser nacional. Quizás porque es el único que tiene espalda para cargar un fracaso y salir indemne. No obstante, si no hay un cambio de raíz, las decepciones seguirán sucediéndose. Aunque como la historia terminó mejor de lo que unos cuantos preveían, está claro que las razones para torcer el rumbo continuarán durmiendo el sueño de los justos. Mientras el negocio resulte redituable, nadie se atreverá a embestir contra el sistema. Así las cosas, quizás por estar muy lejos de la inteligencia germana, el orden holandés, la humildad uruguaya y el lirismo español, es que habrá que asistir a la reedición de la final del setenta y cuatro despojados de pasión, pero con el gusto por el buen fútbol intacto.