miércoles, septiembre 05, 2012

El fuego sagrado

Sellado el pase a segunda fase del torneo paralelo entre vítores y elogios merecidos, continuó su empecinado camino en aras de confirmar por qué ya aparecen las primeras tibias voces que hablan del mejor equipo del torneo. Como en los viejos buenos tiempos, sin estridencias, tratando de sepultar los estigmas y sorprendiendo hasta a los más optimistas, el equipo expuso en cancha la versión que las gradas exigían hace años. Buen manejo cuando la ocasión lo amerita, actitud cuando falta calidad, y por sobre todas las cosas ese plus que se espera de quienes están convencidos de, y comprometidos con, una idea. Mérito del entrenador y también de los protagonistas que, lejos de las influencias negativas que dominaban la intimidad, dimensionaron el poder de sus propias condiciones.

Más allá del empate, la respuesta, en todo sentido, a la continuidad de responsabilidades de los últimos días, reconcilió a la muchachada con su gente en una demostración recíproca de sentimientos. El campo de juego es un proscenio donde indefectiblemente queda expuesto un combo de voluntades y capacidades que tiene su natural correlato en las tribunas; si uno irradia lo que las otras reclaman, no importa el resultado porque la conexión se manifiesta expresa e inalterable. Por primera vez en mucho tiempo, la afición está recibiendo lo que reclamaba. La pasión impide ahondar en los cuestionamientos de tiempo y lugar. ¿Por qué ahora sí y antes no? Mientras los responsables evitan reconocer errores y se enfocan en el triunfalismo de ocasión, algunos ensayan explicaciones en voz baja.

Los requisitos para salir campeón no están escritos en ningún decálogo; sin embargo, los factores determinantes pueden encapsularse en un puñado de enunciados que delinean el camino a seguir a los interesados. Así como las fórmulas exactas no existen, ciertas acciones conjuntas inyectan una buena dosis de convencimiento hacia la consecución de las metas. Si este ciclo no alcanza la presea máxima pero sigue dejando su huella en cualquier arena, igual se llevará el reconocimiento de la gente. La exigencia es un mito creado por los mismos que después, a la hora del fracaso, buscan refugiarse en alegorías bastardas para huir del escarnio público y seguir su derrotero trashumante sin mácula ni remordimiento. En el llano lo más importante es la dignificación de los colores, ni tanto ni tan poco.


APOSTILLAS

Alegre mascarita. Agitando la bandera de la revolución de inferiores, el primer mandatario aprovechó las cámaras para ensalzar no tanto a los purretes representantes de la asonada, sino su condición de estadista visionario y el trabajo que bajo sus lineamientos se está llevando a cabo en las canteras. Lástima que se olvidó de contar que algunos tenían destino de destierro y quedaron de resaca.

Buena gente. Acorralado por el hemisferio pensante de la dupla que anima los mediodías asoleados, un bufón del rey quedó patitas hacia arriba en un fallido intento por disfrazar de impoluta a la podredumbre. Con un séquito tan limitado resulta lógico que su majestad cristianísima saboree en soledad las mieles del poder. El que nace para batir el parche nunca llega a tocar el piano.

Kung fu panda. El hijo pródigo volvió al ruedo, entró a los veintidós minutos de la etapa final y mandó la bocha a guardar ciento veinte segundos después. Al final se descontroló y vio la amarilla en el tercer tiempo. Frente a las cámaras vapuleó al hombre de verde. "Cuando jugás contra los grandes no te cobran igual", sollozó. Posteriormente reconoció que "la protesta fue desmedida". Punto a favor.

Peso pesado. La frustración por el empate en el final calentó los ánimos de los protagonistas que consideraron oportuno reclamarle respetuosamente a la terna arbitral por una jugada previa al gol de la visita. En el tumulto, el guardameta se desquitó con un escudo policial al que le dio una clase de urbanidad y buenos modales. Y pensar que hace unos días los energúmenos venían de la sierras.