
Primero le tocó al parodismo vernáculo. Ayer fue el turno de sus dirigidos. "Es cuestión de actitud, no de sistema de juego", dijo el dt, despegándose de la debacle. Sin embargo, el mal desempeño del equipo lejos estuvo de ser una sorpresa; el rendimiento viene en escala descendente desde hace rato. Entonces ¿qué grado de responsabilidad le cabe a él en este momento? Mucha, por lo que no debería descargar su fastidio solamente en la muchachada. El entrenador es quien los pone, los saca y los cambia de posición antes, durante y después de los partidos. Habrá que ver cómo caen sus palabras en el seno del plantel; por ahora cuenta con el apoyo irrestricto del referente histórico, quien por primera vez se encuentra solo en la patriada. Lo cierto es que hay muchas chances de que se repita una historia por todos conocida.
Por otro lado, y respecto de las quejas que llovieron hacia el árbitro del encuentro, bien valdría aclarar que llorar con la cosa juzgada no sirve. Si tan seguro estaba de la parcialidad del hombre de negro, debería haber solicitado la intervención de la dirigencia. A GL no le hubiera costado nada pegarle un llamadito a su amigo Julio para pedir cambio de nombre. De todos modos, endilgarle a un tercero la carga del resultado, como paliativo, apenas surte un leve efecto; el equipo, tal y como entró a la cancha, dio lástima. En el segundo tiempo, la cosa se equiparó un poco, pero los minutos de juego no alcanzaron para arañar el empate. En cuanto a los errores, podría decirse que un equipo equilibrado acota el margen, y si se cometen –nadie está exento– siempre existe la posibilidad de enmendarlos. Obviamente, no es el caso de Colón.
Entre tanto entuerto y gimoteo, nadie acusó recibo de un minúsculo cambio en el discurso de AM, un detalle numérico que abre un interrogante con vistas al futuro. De golpe y porrazo dejó de hablar de los famosos cincuenta puntos. Ahora habla de veinticinco y de diecinueve fechas. ¿Acaso está abriéndole la puerta a la despedida? Con los protagonistas desinflados, con la prensa adicta resentida, con una magra cosecha de puntos, la situación tiende a tornarse poco agradable. Lejos de su familia y con un panorama que pinta grisáceo oscuro no sería extraño que por su cabeza revolotee la idea del adiós a la aventura santafesina. Así las cosas, es probable que el "master" que vino a hacer a SF no lo apruebe; de todas maneras, la afición agradecerá los servicios prestados en el torneo pasado. Quedan quince días por delante para modificar el curso de los acontecimientos.
APOSTILLAS



