viernes, mayo 17, 2013

Gritos y susurros

Consumada la segunda derrota consecutiva por goleada, no se sabe quién está más decepcionado; si la afición, que entusiasmada por los resultados obtenidos desde el inicio del nuevo ciclo se fregaba las manos esperando la fecha dieciséis y ahora entró en un océano de dudas, o el técnico, quien creyó haber encontrado la llave del éxito y de pronto se dio de bruces con la cruda realidad. Cuando la historia venía dulce, el equipo se hizo acreedor de todos los elogios, hoy que todo es amargura, resulta que sólo da para rasguñar la misma cantidad de puntos que cada año lo posiciona en el charco de la mediocridad. Será cuestión de hallar un equilibrio para no caer en la zona donde los nervios empiezan a jugar su propio partido.

Como suele suceder en casos similares, no sólo se cuestionó la abultada derrota frente a un rival que pugna por no descender, también la actitud de la muchachada dentro de la cancha. Por su parte, el conductor le reprochó la falta de enjundia para, por lo menos, vender caro el porrazo y, lo que sonó más duro, le regurgitó sin anestesia que es menos de lo que pensaba. A la hora de la autocrítica, se hizo cargo de las malas decisiones y de las expectativas desmedidas; habló de "volver a las fuentes", a la fórmula que dio mejores réditos, todos colgados del travesaño hasta acertar algún contragolpe. Según sostuvo, no hay posibilidad de internalizar otro modelo donde el afán descolle porque las limitaciones superan cualquier pretensión.

El clásico será un punto de inflexión para todos los involucrados. Si el entrenador consigue un resultado positivo tendrá un amplio margen para negociar condiciones con vistas a afianzarse en el puesto que, por el momento, considera interino. Los protagonistas salvarán otro semestre intrascendente, aunque algunos nombres no pasarán la prueba de la permanencia en un plantel que necesita urgente renovación; hay ciclos cumplidos, afirman con razón las gradas. Y la dirigencia, siempre apuntada en cada traspié, volverá a zafar del vituperio latente. Caso contrario, cada uno recibirá un castigo acorde. Retumbarán los clamores por un técnico con antecedentes, sonará el lapidario "que se vayan todos", y la falsa pertenencia volverá a quedar en la picota.


APOSTILLAS

Sintonía gruesa. El excelentísimo señor presidente dice una cosa y el conductor sostiene otra. Uno dice que el interino no es interino y el que se considera interino dice que nadie le dijo que no es interino. Uno habla a través de su vocero oficioso y el otro parece que no se informa con el vocero oficioso. En la era de la tecnología, muchos todavía tienen problemas de comunicación.

Daños colaterales. La crisis económica está haciendo estragos, por eso los recortes aparecen por todos lados. Ahora le tocó el turno al departamento gastronómico. Llamó la atención el cuadro de gastroenteritis que afectó a varios de los protagonistas y dejó a algunos fuera de la consideración del técnico. Dicen las malas lenguas que últimamente las viandas no pasan el control bromatológico.

Dos con cincuenta. El crack para la masía está deprimido. No sólo su rendimiento y su cotización bajaron a niveles insospechados, también su autoestima anda por el piso. Dicen los que saben que al purrete se lo deglutió el estigma que pesa sobre la revolución de inferiores. Al que apunta como revelación, lo presionan de tal manera que llegado el caso ni el gabinete psicológico lo puede contener. Carne de diván.

Cuatro docenas. Como parte de la cobertura a los referentes históricos, el pasquinejo vernáculo eximió de culpa y cargo al guardameta, en el caso que lo involucra como partícipe necesario de una de las defensas más goleadas de la temporada. Según ciertas luminarias del parodismo doméstico, el capitán no tuvo responsabilidad alguna en las últimas seis veces que tuvo que ir a buscarla adentro. Inédito o algo así.