
La afición ya está acostumbrada. Durante la primera parte del torneo, en algún momento, el sabalé aparece entreverado en los puestos de privilegio, amenazando con dar el batacazo y transformar el sueño de ciento seis años de vida en realidad; sin embargo, con el transcurrir de las semanas, las ilusiones van tomado otro rumbo hasta desvanecerse al ritmo de un equipo que quema todo el combustible en los tramos iniciales y termina la carrera con tanque vacío. Sostener el envión anímico inicial, consolidarlo con el afianzamiento de una formación equilibrada y un sistema de juego identificatorio en cualquier escenario, ha sido un desafío imposible de superar. Esta vez el triunfo vale más como previa de un cruce postergado por ocho años que como efímera escala en las altas cumbres de una tabla históricamente esquiva.
A poco de escuchar la campana de largada, la legión se dio cuenta de que, si apretaba las clavijas, podía, con facilidad, sumarse al lote de punteros de la fecha. Le costó cuarenta y cinco minutos de imprecisiones, frente a un rival que copiaba casi todo, pero sin resignar la ambición de ir al frente, tratando de aprovechar los innumerables errores que ofrecía en bandeja el bando contrario. Una vez en ventaja, gracias a las carambolas que suele brindar el juego cuando la presión atrona en la zona caliente, decidió repetir el libreto que tan pesado le cae a las gradas; paso hacia atrás y a cuidar el resultado. La incontinente pavura del técnico acabó por sellar un planteo cauteloso que casi termina en final no deseado. Cancha chica, tremendo desgaste para algunos físicos poco acostumbrados a sofocar al oponente. Repetir será la cuestión.
En el minuto noventa y uno, el abrazo heroico de los protagonistas trajo a la memoria postales anteriores. Las mismas que cobijan los buenos resultados. Semejantes escenas no hacen más que alimentar expectativas de un futuro promisorio. En ese mismo instante, es cuando el pasado reciente acude raudo a calmar cualquier exceso de confianza. Los altibajos que reinan en el fútbol vernáculo sólo dan lugar a la prudencia. Considerando que para Colón todavía es tiempo de dudas -no se sabe cuál será su formación titular, su rasgo distintivo y su proyección de cara al porvenir-, ancladas especialmente en el banco de suplentes, vale la trillada expresión del paso a paso. Lo único cierto es que para el esperado clásico, llega en inmejorables condiciones, por jerarquía individual, por estructura de conjunto, por trayectoria y por su gente. Excusas, afuera.
APOSTILLAS



