lunes, junio 30, 2008

Lo peor, sigue


En el día del ñoqui, mil quinientos sesenta y tres socios, sobre un total de siete mil quinientos veintinueve habilitados para sufragar, decidieron la continuidad de la falsa pertenencia. De la mentira, del discurso barato, de la ineptitud, de la patota dirigencial, de los robos a la salida del estadio, de la barra a sueldo, de las opiniones pagas. Entre tanto voto vergüenza, llamó la atención la actitud de muchos carcamanes que salían del Otrino con la cabeza gacha, como con sentimiento de culpa. Está claro. GL no goza de la simpatía de sus votantes; a pesar de ello, unos cuantos optaron por adherirse al mediocre slogan del malo conocido. Un espejo de sí mismos. Aunque cueste aceptarlo, ésa es la triste realidad. Y un pequeño detalle: si algo sale mal, será difícil encontrar a alguien que se haga cargo.

Asimismo, en el día del ñoqui, dos mil doscientos ochenta y siete socios, le dieron la espalda a la falsa pertenencia. Ahí está la mayoría. Habrá que destacar la buena elección que hizo LH, que GA conservó casi el mismo caudal de votos que en la última contienda y que el oficialismo logró un porcentaje de adhesión menor al obtenido hace dos años atrás. Ahora bien, si se tiene en cuenta la cantidad de colonistas que colmó el Brigadier en la última fecha del torneo, y los miles de socios que dice tener la centenaria institución, la módica suma de mil quinientas boletitas a favor no amerita festejo alguno. Lo cierto es que una cosecha tan magra le otorga al oficialismo un alto grado de vulnerabilidad respecto de los pasos a futuro. Cualquier pifiada volverá a despertar la ira de la afición en su conjunto.

Por otro lado, el resultado final reveló que el acto de contrición del innombrable no tuvo mayor relevancia en la determinación final. Es probable que la decisión de no presentarse a cumplir con su compromiso de asociado haya caído mal en el ánimo de sus otrora seguidores. Con la cosa juzgada, entonces, sería saludable que los derrotados cierren filas con el objetivo de fiscalizar la continuidad. Las dos cabezas de grupo serán sumamente importantes a la hora de ponerle un límite a las acciones que, a la luz de lo hecho hasta ahora, nadie asegura sean acertadas. También sería bueno terminar con la gastada muletilla de los palos en la rueda, porque ante la debacle alguna voz tiene la obligación de alzarse. Es lo mínimo que se espera de una oposición responsable. Porque ante los hechos consumados, no hay tutía que valga.