martes, diciembre 05, 2006

¿Fin de la era JCF?


Más de uno se habrá atragantado con un bocado de milanesa. El vocero no oficial del monje negro, tiró al aire la información en el lluvioso mediodía santafesino: “Debido a una diferencia con el presidente, Falcioni se iría de Colón”. Por supuesto no nombró a su fuente, pero cae de maduro que LH le adelantó en exclusiva la noticia. Y como no podía ser de otra manera los dos protagonistas negaron el hecho. Sin embargo, resulta sumamente significativo que JCF haya suspendido su habitual contacto de los jueves con los medios, para adelantar que sólo hablará el domingo, en conferencia de prensa, después del partido en Rosario. ¡Glup!

Como reza el tango, la historia vuelve a repetirse. Una vez más, el ídolo K es la semilla de la discordia. La estrella, ofendida, quiere jugar o irse; el técnico no lo quiere en el plantel y los dirigentes no quieren perder un último gran negocio. Intereses contrapuestos, difíciles de conjugar. Sin dudas, este nuevo capítulo del culebrón rojinegro confirma el conflicto iniciado –y nunca resuelto– en Jujuy. Por lo tanto, no debería sorprender la actitud de JCF; es conocido el gusto del entrenador por la escoba, y en esta oportunidad le tocó el turno al máximo referente sabalero. El problema es el abrupto descenso que ha sufrido la cotización del histórico 20 considerando, además de su edad, las recurrentes lesiones y la falta de competencia durante este torneo, así como también la posibilidad latente del retiro; ambas circunstancias harían peligrar la entrada de jugosos ingresos a las arcas del club. Para la dirigencia, la situación se le escapó de las manos, mientras la disyuntiva quedó clara: él o yo.

El DT sabalero ha tirado algunas pistas, hay indicios apenas perceptibles de que tiene más ganas de irse que de quedarse; si encima pretenden imponerle nombres, indefectiblemente el portazo será la reacción final. Nadie tira por la borda un prestigio bien ganado para satisfacer caprichos varios o quedar bien con dirigentes incapaces. JCF es inteligente, sabe que el próximo campeonato será a todo o nada, que el plantel con el que cuenta es mediocre y que los refuerzos deben ser bien meditados. No hay margen para el error porque ya se cometieron demasiados, por lo que un paso en falso sería mortífero para cualquiera de las partes. Si él considera que hay personajes que no son saludables para el grupo habría que darle la derecha y apoyarlo, aunque quede en el camino un fangote de billetes verdes.

En este torbellino sin fin también resulta obvio el cortocircuito entre los popes colonistas. Mientras uno niega las versiones, el otro se encarga de difundirlas a través de su carismático compinche. Así las cosas es fácil vaticinar que se avecinan tiempos de incertidumbre en la institución del barrio Centenario. El dúo dinámico debería dejar de lado sus diferencias de estilo a la hora de conducir la institución y tomar la mejor decisión para Colón: la continuidad del técnico. Si Falcioni se va, la hecatombe puede hacer estragos. Imaginar un inicio de pretemporada acéfalo trae el peor de los recuerdos; imaginar un volver a empezar con quién sabe qué nombre estremece en lo profundo; imaginar lo inimaginable es demasiado.


APOSTILLAS

¿Habrá algo más detrás del empecinado sostén al ídolo K? ¿Por qué parece tener tanta ascendencia en la dirigencia sabalera?¿Cuestiones monetarias no resueltas estarán condicionando las decisiones? ¿Chi lo sa?

Los rostros y los gestos de GL y JCF durante festichola del deporte celebrada la semana pasada fueron más que elocuentes. Aunque los discursos intenten desmentir, la armonía está quebrada y se nota. Sin palabras.

La noticia extraoficial del alejamiento del entrenador rojinegro dejó al descubierto situaciones conocidas. Los cronistas que cubren los entrenamientos ya sabían que el ambiente estaba caldeado. Nadie quiere tirar la primera piedra.

Colón no puede darse el lujo de permitir el alejamiento de JCF. Su estilo es amarrete y deslucido pero no hay en el ambiente otro más capaz que él para enfrentar situaciones de riesgo y salir airoso. A pensarlo bien.