martes, noviembre 09, 2010

Adiós a las armas

En el fútbol de hoy, la versatilidad es condición indispensable. Un delantero, durante noventa minutos de juego, no sólo justifica su presencia cuando convierte un gol. También colabora defendiendo en jugadas de pelota parada y de diversas formas en la ofensiva. La cuestión comienza a ponerse oscura si resulta intranscendente. O, lo que es peor, si al finalizar el encuentro, la afición se retira con la sensación de que el equipo jugó con uno menos. Es cierto que una mala tarde la tiene cualquiera, pero hay estadísticas que son implacables. Once partidos en cancha, tres tantos. Más allá del triunfo, la gente se fue mascullando bronca porque la diferencia en el marcador debería haber sido mayor para no terminar sufriendo.

La mayoría coincidió en añorar al veterano veinte. Un emblema que en pocos días cumplirá treinta y ocho abriles. Inevitablemente surge una pregunta. ¿Colón es “goleador-histórico-dependiente”? Dos aristas complementarias podrían explicar el fenómeno. Por un lado, un ego exacerbado que se piensa irremplazable. Por otro, una revolución de inferiores huérfana de candidatos con condiciones. Así, pasan los entrenadores, pasan los compañeros de fórmula, y él firme como rulo de estatua; a esta altura, apelando a la experiencia que el oficio otorga para administrar correctamente la energía, para estar en el lugar preciso en el momento indicado, para abusar de la picardía, para imponer mañas y, en definitiva, seguir rompiendo marcas.

Será, entonces, un problema la sucesión. En el corto plazo no parece vislumbrarse nada en el patio trasero donde anidan los juveniles y tampoco en el escuálido y sobrevaluado mercado interno. Una alternativa podría darse echando un vistazo tras las fronteras, pero no será fácil encontrar algo bueno y barato. Por lo pronto, habrá que asumir que el retiro está a la vuelta de la esquina; pues aunque pretenda abusar de su buena estrella, el físico suele ser el que impone los límites. Según supo declarar hace un tiempo, mejor decir adiós por decisión propia y no porque lo clama la tribuna. Más allá de cómo pretenda diseñar su futuro, es innegable que el equipo sufrirá su partida. Con la corona vacante, habrá que ver quién lo sucederá en el trono.


APOSTILLAS

Bloque de mármol. El helado de crema que estaba apostado a la diestra del don durante reciente visita al congreso, con la mejor cara de piedra dijo haber sido amenazado –él y su familia–, en varias oportunidades, por los barras. ¿Habrá hecho las correspondientes denuncias? Una pena la ausencia del impresentable vice, a quien los muchachos le dicen “boludo, apurate” cuando se demora en entregar las entradas de favor las veces que Colón hace de visitante.

Levantando banderas. El técnico ya se comprometió con la campaña electoral. En oportunidad de acto con alto contenido social, llevado a cabo en el predio, se deshizo en elogios hacia el “proyecto”, al que calificó de “maravilloso”, y señaló que el entorno le trajo reminiscencias de tiempos pasados. “Estar acá hoy me remonta a mis inicios, cuando yo nací y crecí en piso de tierra”, comentó, tal vez sin darse cuenta que estaba en un complejo del primer mundo. Película repetida.

Salita verde. Las previas de la emisora universitaria suelen ser incoloras, inodoras e insípidas. Ni siquiera con el tema político de fondo, que tanta tela da para cortar, fueron capaces de imprimirle una pizca de interés al par de horas de precalentamiento. Las opiniones y/o reflexiones, los aportes y/o comentarios al respecto parecieron más acordes a un éter de preescolar que a uno académico. Quienes repiten, cual adiestrados periquitos, la liturgia oficial ¿no se sentirán unos felpudos?

Por la vuelta. En su momento, el chupalerche tercero, explicó que la señal de la difusora enredada pasaba a mejor vida por obra y gracia de la ley de medios. Mentira. La onda retornó a la cordial y con personajes que deberán cambiar el chip de la obsecuencia si pretenden trascender. De todos modos no da para apostarle demasiadas fichas, pues algunas voces sólo aseguran más de lo mismo. Si la línea editorial baja dura y aprieta, quedará en evidencia el panquequismo de unos cuantos.