domingo, septiembre 12, 2010

Como almitas en el purgatorio

Atrapado en su propia telaraña de mentiras y supuesta filosofía futbolística, el entrenador palpita su inexorable despedida mientras hace cálculos. “Me voy a ir de local”, anunció días atrás. Pensaba sacar un triunfo el viernes y después arañar un par de empates en los siguientes cuatro para ganar tiempo a la espera de que “el equipo se acomode solo”, como gusta decir sin medir el verdadero sentido de sus palabras. Ahora el reloj lo acorrala frente a un fixture complicado. Con una formación cambiante, con rendimientos individuales paupérrimos, con un sistema de juego indescifrable, difícilmente pueda torcerse el rumbo. A esta altura, hasta los mismos protagonistas acusan un mareo imposible de superar en el corto plazo.

El laberinto dialéctico también sacude los cimientos del “proyecto”. Si se equivoca en el armado, siempre hay un chivo expiatorio que paga con su retirada porque hay que mover las piezas en función de la táctica; si la pifia en un cambio, la excusa es un problema físico del saliente; si alguno no merece estar en cancha, la explicación pasa por la confianza depositada –una prédica efectiva para tapar el error de determinadas incorporaciones–; si el resultado no es favorable, faltó suerte en la definición. Cuando le vuelve a dar una oportunidad a quien elogió hasta el absurdo, después lo mata en la conferencia post partido. Y lo que nunca falta, luego de cada decepción, el latiguillo de la “bronca por haber defraudado a la gente”.

En rigor, esta campaña es la más cara –aspiraciones incluidas– desde que se inició la era otomana, y, hasta el momento, el mayor fiasco de la falsa pertenencia. No sólo porque se alentaron indebidamente ínfulas ficticias, como la promoción de inferiores, los convenios improductivos, las obras de dudoso financiamiento, y la organización de un evento continental que no genera interés masivo, sino porque los logros prometidos continúan siendo parte de una ilusión inalcanzable. La continuidad es una buena propuesta siempre y cuando esté basada en lineamientos sólidos, coherencia en los objetivos, honestidad en los manejos y humildad en el discurso. Las fachadas sobrecargadas, que ocultan intereses espurios, no sirven.


APOSTILLAS

Condena fiscal. A pesar de la desmentida del primer mandatario, la oposición constató la existencia de la deuda de unas cuantas cuotas de un convenio acordado con la afip. La mentira, uno de los preceptos fundamentales de la actual dirigencia, sería sólo un mínimo detalle si no fuera porque está en juego la situación patrimonial de una institución concursada.

Frente abierto. A los conocidos malestares de un delantero en desgracia y un volante con mal genio, se sumó el fastidio del defensor desplazado por segunda vez consecutiva durante el primer tiempo. La relación entre el entrenador y sus dirigidos acusa incipientes grietas. Para calmar las aguas la idea es congraciarse con los veteranos que mantienen la tropa bajo control.

Feliz día. En el prode analítico del maestro, la sentencia más jugada tiene un casillero preferencial. “Colón lo pudo ganar, pero también lo pudo perder”, opinó haciendo gala de su mal ganado apelativo. Comentarios tan sesudos y certeros distinguen al parodismo vernáculo que se esfuerza por enriquecer su labor cotidiana en pos de ofrecerle lo mejor a la opinión pública.

Pergaminos arrugados. El denodado empeño de los chupalerches a sueldo por salvaguardar la figura del técnico, fue pisoteado por los mismos protagonistas, quienes pusieron en evidencia los falaces argumentos con que ciertos títeres rastreros intentan manipular la realidad. Tanto CL como JL reconocieron no estar bien ni física ni futbolísticamente. ¿Y ahora qué dirán?