
Cuentan sus íntimos que el miércoles amaneció tarareando las estrofas de un pegadizo jingle publicitario, como si del agraciado ganador del pozo tradicional se tratase. ¡Qué extroardinario despertarse una mañana y ser secretario! Encendió la radio, se deglutió las dos horas del enviciado aire que propalan las mañanas obsecuentes, a la espera de la noticia, y enfureció al momento de la despedida. Los chupalerches tiraron la info pero incompleta. Tomó el celular y marcó el número del cabeza de serie; luego de los reproches, le tiró letra para que enmendara el error en el pasquinejo vernáculo. El esfuerzo resultó escaso, aunque acorde con la capacidad intelectual de la pluma. Refunfuñó y pensó: "Y bue... es lo que hay".
Sólo a un colgado de la palmera, o a un rastrero a sueldo, le puede resultar "un logro" el hecho de aparecer en una ecuménica lista confeccionada por el don. Todos saben de qué forma son digitados esos nombramientos y también que no sirven para nada. En el desprestigiado comité están incluidos todos los clubes, un formalismo a la medida de los "figuretis" que hoy tienen inmerso al fútbol doméstico en un descontrol económico y financiero a pesar de los extraordinarios ingresos que les proporcionan los dineros públicos. Como ejemplo, vale recordar, la renuncia, tiempo atrás, a idéntico puestito, de un pope enfrentado con la entidad madre, por no tener acceso a números ni a controles. Lo que se dice un cargo sin nada a cargo.
Lo que queda claro es que, si bien al principio generó desconfianza, gracias a una fuerte vocación servil, pronto demostró hasta dónde podía llegar su obediencia debida. Y con esa clase de incondicionales, aunque hayan vaciado instituciones o estén en vías de, "il capo di tutti capi" no es ningún ingrato. Al contrario. Como en la "cosa nostra", los premios y castigos los mide según el grado de fidelidad. Por lo que su carrera hacia lo alto está encaminada; sólo que no todo es un lecho de rosas. A futuro tendrá que pensar en un sucesor para el sillón rojinegro. Sabe perfectamente que el impresentable vice es precisamente eso y que el segundo sigue la misma línea. Otra opción es el vocero mudo, un pelele manejable por los dos anteriores.