viernes, abril 08, 2011

Seis aciertos


Cuentan sus íntimos que el miércoles amaneció tarareando las estrofas de un pegadizo jingle publicitario, como si del agraciado ganador del pozo tradicional se tratase. ¡Qué extroardinario despertarse una mañana y ser secretario! Encendió la radio, se deglutió las dos horas del enviciado aire que propalan las mañanas obsecuentes, a la espera de la noticia, y enfureció al momento de la despedida. Los chupalerches tiraron la info pero incompleta. Tomó el celular y marcó el número del cabeza de serie; luego de los reproches, le tiró letra para que enmendara el error en el pasquinejo vernáculo. El esfuerzo resultó escaso, aunque acorde con la capacidad intelectual de la pluma. Refunfuñó y pensó: "Y bue... es lo que hay".

Sólo a un colgado de la palmera, o a un rastrero a sueldo, le puede resultar "un logro" el hecho de aparecer en una ecuménica lista confeccionada por el don. Todos saben de qué forma son digitados esos nombramientos y también que no sirven para nada. En el desprestigiado comité están incluidos todos los clubes, un formalismo a la medida de los "figuretis" que hoy tienen inmerso al fútbol doméstico en un descontrol económico y financiero a pesar de los extraordinarios ingresos que les proporcionan los dineros públicos. Como ejemplo, vale recordar, la renuncia, tiempo atrás, a idéntico puestito, de un pope enfrentado con la entidad madre, por no tener acceso a números ni a controles. Lo que se dice un cargo sin nada a cargo.

Lo que queda claro es que, si bien al principio generó desconfianza, gracias a una fuerte vocación servil, pronto demostró hasta dónde podía llegar su obediencia debida. Y con esa clase de incondicionales, aunque hayan vaciado instituciones o estén en vías de, "il capo di tutti capi" no es ningún ingrato. Al contrario. Como en la "cosa nostra", los premios y castigos los mide según el grado de fidelidad. Por lo que su carrera hacia lo alto está encaminada; sólo que no todo es un lecho de rosas. A futuro tendrá que pensar en un sucesor para el sillón rojinegro. Sabe perfectamente que el impresentable vice es precisamente eso y que el segundo sigue la misma línea. Otra opción es el vocero mudo, un pelele manejable por los dos anteriores.