martes, marzo 08, 2011

Hasta que el corazón aguante

Después de una semana convulsionada, la afición quedó perpleja. Todavía no entiende si el partido lo ganó Colón o el club social y deportivo goleador histórico interminable. Por otro lado, despejó dudas. Aún con seis soldados protegiendo la retaguardia, en defensa, el sabalé, es un colador; sólo que esta vez el rival estuvo tibio en los metros finales al padecer la falta de inspiración del mejor nueve del país (excelentísimo señor presidente dixit), tal y como ocurría en épocas no tan lejanas, cuando le tocó vestir la sangre y luto por estos pagos. En lo que a creación se refiere, recuperó un poco de volumen futbolístico de parte del diez que juega cuando quiere y, casi caída del cielo, recibió una manita de parte de los hombres de negro.

Para analizar ¿cuántos escenarios podrán plantearse de la misma manera? Ninguno. Para tener en cuenta, como al final del torneo pasado, al técnico lo salvo un pibe descartado -ninguneado la fecha anterior-, abriendo el camino hacia la victoria y mostrándole al veterano delantero que desde afuera del área también se pueden hacer goles. Y no mucho más. Los mismos problemas. Chispazos individuales. Una pizca de actitud. Si el entrenador mantiene la disposición táctica será una especie de borrón y cuenta nueva, por lo que habrá que esperar a que el engranaje se aceite para saber si funciona o no. Por lo pronto, ganó tiempo para encarar los próximos compromisos, aunque una derrota contundente volvería a encender el hervidero.

Así las cosas, el triunfo baja el grado de agitación y le permite a la muchachada responder, en cierta medida, a las críticas que arrasaron con su impertinente tranquilidad. ¿Hijos del rigor? Tal vez. Mientras no sea una reacción pasajera; mientras no hayan exhibido algo de amor propio -a falta de identidad-, con la sola intención de acallar las críticas y los rumores de relajación colectiva, todo bien. La próxima parada será un buen examen para comprobar si los cambios que elucubró el técnico no fueron un manotazo de ahogado, y si la actuación de los protagonistas no fue pan para hoy y hambre para mañana. Al fin y al cabo, los involucrados deberían tener en cuenta que el deseo de un veinte eterno, no da para hacerse los rulos.


APOSTILLAS

No vale arrepentirse. Las últimas declaraciones del dt dejaron muy mal parada a la dirigencia. Que no hubo bajada de línea, que las incorporaciones llegaron por descarte debido a la falta de billetes, que los pibes de inferiores no están para primera, que hay que nivelar hacia abajo, etc., etc., etc. Sería bueno recordar que se los recomendó un hijo dilecto de la casa.

Sin aliento. Un bus repleto de caracterizados hinchas fue demorado por la policía. El impresentable vice hizo su descargo entre íntimos. "Yo no tengo nada que ver con la agencia de turismo que los trasladó, ni con la armería que los pertrechó, ni con el dealer que los surtió". Por lo bajo, una voz anónima preguntó: "¿Y qué hacemos con los testigos?".

Pum para abajo. Las huestes del maestro, sin el maestro, se llevaron la transmisión a diciembre. A la ya reconocida y laberíntica jerigonza del relator se le sumó el compendio de lugares comunes que desplegó el perpetuo preguntón de vestuario, esta vez en el traje de comentarista. Algunos deberían largar un poco la pelotita y agarrar los libros que no muerden.

Cuestión de piel. No hay química entre los chupalerches primero y segundo y el entrenador. A la desapasionada defensa del ciclo habría que sumarle la exclusiva que aún brilla por su ausencia. ¿O será que el avispado conductor de la murga ya se dio cuenta que el defensor número uno de la causa habla -y escribe- por cuenta y orden del primer mandatario?