jueves, octubre 22, 2009

Una mosca en la sopa


El «biondo gnocchi» no tiene paz. Ahora que está en la cima, disfrutando de su posicionamiento mediático y de las satisfacciones futbolísticas que el equipo le está dando, resulta que irrumpe en la escena la crema, amenazando con «tiros, líos y cosha golda». Como ayer la segregación magmática resultó incontrolable, los chupalerches animadores de las mañanas obsecuentes estiraron el programejo hasta cerrar con el argumento que intentó, infructuosamente, lavar la imagen de la administración modelo. La patética explicación que se insinuó, dejó al descubierto unas cuantas realidades. La menos importante es que al parecer –¿por contrato? –, se encuentra estipulado que la vomitiva emisión no debe bajar la persiana si persisten flotando en el éter cuestionamientos hacia la ejemplar conducción.

Por otro lado, quedó en evidencia el engaño que, contando con la dedicada manipulación de la información que descaradamente practican los parodistas vernáculos pagos, esta dirigencia ha instalado como lineamiento político de base. ¿Así que Colón “le recompró el 25 por ciento” del jugador en cuestión a la entidad vecina? ¿Entonces por qué pretende desligarse de la obligación? Tanto verso, indefectiblemente, desemboca en contradicción. ¿No será que se acordó, cuando el primer mandatario reclamó desesperado la mitad de la mitad de un retoño desterrado, reciprocidad en transacciones futuras? Noooooo, el excelentísimo señor presidente comparte porcentajes como un gesto “de buena voluntad”. Explicaciones absurdas, sin sustento, para salir del paso, difundidas por periquitos que piensan que el colonista es iletrado.

Por último, lo más grave. La institución que compró el cincuenta por ciento de DG le debe a su semejante del barrio Centenario, la friolera de un palo verde. El doble de lo que se hizo circular por los medios adictos. Claro, para disminuir la cifra denunciante de la ineptitud dirigencial en cuanto al cobro de deudas, no incluían la parte que les corresponde a los “socios” rafaelinos. ¡Vaya, vaya! ¡Cuánta picardía! El “enojo” de los directivos rojinegros con sus pares también tiene una explicación que forma parte del paradigma lercherista: «si hay lío, que no se sepa». Cualquier andanada en contra, va en detrimento de la imagen impoluta que hoy elevan como estandarte. Es más importante centrar la atención en los logros cercanos y en las magníficas obras proyectadas que en las insignificantes máculas que puedan empañar tan virtuosa e incomparable gestión. ¡Cuando se caigan las caretas, arderá Troya!